lunes, 30 de marzo de 2020

Emilio Puente Pérez, de La Riera de Covadonga (Cangas de Onís)





Emilio Puente Pérez, nació en La Riera de Covadonga (Cangas de Onís),  el 9 de mayo de 1910; tuvo el rango de teniente de las Guardias de Asalto y  durante la guerra civil, se había dedicado a dibujar los planos militares del V Cuerpo. Al acabar la guerra, se exilió en Francia y allí se alistó en una Compañía de Trabajadores Extranjeros (C.T.E.) y fue destinado a la Línea Maginot, junto a su compañero y cuñado el llanisco, Emilio Valdajos.

   El 22 de junio de 1940, a la misma hora que los mandatarios franco-alemanes sellaban la capitulación de Francia, quinientos mil combatientes de varias nacionalidades se rendían entre Saint-Dié-des-Vosges y Épinal al invasor nazi, entre ellos algunos miles de republicanos españoles, como Emilio Puente.
Tras ser apresados, los prisioneros de guerra fueron encerrados en improvisados campos de detención que los militares alemanes denominaban Frontstalag. Recorrieron a pie los 150 km. que separaban Epinal de Estrasburgo.

  Las autoridades nazis pretendían utilizar la ciudad como un enorme Stammlager o centro de detención. Ya desde la primera guerra mundial los alemanes solían denominar a este tipo de campo de prisioneros como Stalag y los clasificaban en números romanos. Así, el espacio donde encerrarían a los miles de cautivos de Estrasburgo sería conocido como el Stalag V-D. Y los prisioneros serían recluidos en diversos puntos de la ciudad.

 Una vez instalados, los presos fueron registrados con un número personal, y asignados a un grupo de trabajo específico. En aquellas primeras jornadas de cautiverio no hubo malos tratos, el hambre que pasaron fue atroz. Cuando llegó el otoño, el control sobre los prisioneros fue haciéndose cada vez más estricto y aparecieron los primeros agentes de la Gestapo, y con ellos se dio inicio a los interrogatorios individuales de los republicanos españoles. 
  
  El 11 de diciembre de 1940,  ochocientos cuarenta y seis hombres fueron sacados  apresuradamente   en uno de los trenes que ya tenían preparados. En los vagones se podía leer el rótulo de “ocho caballos, cuarenta hombres”, esto es, que en él cabían el número de caballos o personas indicadas. El vagón se había llenado sin tener en cuenta su capacidad y los guardianes no habían previsto nada para combatir la sed, las deposiciones fecales ni para la orina en los furgones. Únicamente se había colocado alambre de espino en las ventanas y cerrojos para evitar posibles fugas, a pesar de que la puerta se encontraba candada desde el exterior. 

  El trayecto del tren era lento, y aprisionados entre los compañeros, ahogados por el calor y sin espacio, el traslado llegó a ser una auténtica tortura. La parada final, tras día y medio de viaje, era  una desconocida estación llamada Mauthausen;  en aquel tren viajaba Emilio Puente y su cuñado y amigo Emilio Valdajos.
Emilio Puente fue liberado el 5 de mayo de 1945.

Fuente: Etxahun Galparsoro (Prólogo de Benito Bermejo);  Memorias de supervivencia de un deportado vasco. Enero, 2020


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