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sábado, 19 de junio de 2021

MODESTO ÁLVAREZ GARCÍA, de Gijón

 




Nació el 2 de abril de 1910 en Gijón (Asturias), en la parroquia de Somió (Gijón). Sus padres, Leandro Álvarez y Amparo García, habían alcanzado cierta notoriedad, como aficionados al folklore, ya que formaban una conocida pareja de baile. La prensa de la época (El Comercio, 1907) nos señala su éxito en un concurso interregional celebrado en la Plaza de Toros de Gijón donde, como ganadores, con un premio de 150 pesetas. 


                                                    

                                             Amparo García, madre de Modesto.


Al año siguiente participan en Sevilla en un exitoso festival denominado España en Sevilla, representando a Gijón junto a otras parejas, e interpretando El Xiringüelu y La Media Vuelta, “celebrados bailes” asturianos.




Toda su juventud debió vivir en el domicilio familiar en la calle Ezcurdia 173-2º, y por su propia declaración, aunque no señala los estudios que llevó a cabo, sí sabemos que trabajó en la conocida empresa gijonesa Casa Ceferino Ballesteros, dedicada al comercio marítimo, como “empleado de oficina”. Perteneció del Sindicado de Transporte Marítimo de la CNT.

Al iniciarse la guerra civil, cuando contaba 26 años, se alista como miliciano en Gijón en el Batallón nº 12, de los de Asturias, que se renumeraría después como nº 212 (que hacía el séptimo de los nueve que se formara la CNT, conocido como Batallón Mario, por su comandante Mario Cuesta). Durante este tiempo la citada unidad estuvo desplegada en la zona de Cármenes (Comandancia de Pola de Gordón), provincia de León.

Avalado por la CNT es propuesto para el Cuerpo de Intendencia (enero 1937) y tras el curso correspondiente (iniciado en fecha 1 de febrero de 1937) es nombrado Teniente del mismo, adscrito a los Servicios de Intendencia de Asturias, donde desempeñó sucesivamente los cargos de Inspector y Administrador de Hospitales Militares.

Tras la caída del Frente Norte, con el final de la República en nuestra provincia, y a través de Francia, como tantos otros, arriba a Cataluña (octubre de 1937), reintegrándose en el Ejército del Este. Con fecha 20 de diciembre de dicho año es confirmado en el mismo como Teniente y destinado a la Jefatura Comarcal de Lérida, desempeñando allí la Jefatura de Transportes Militares y la de Cámaras Frigoríficas. Allí asciende, de facto, a Capitán de Intendencia, ya que la Comisión competente, rectificando la confirmación inicial le propone para tal empleo, lo que se lleva a efecto por Orden Circular de fecha 14 de mayo de 1938 (Diario Oficial del Ministerio de Defensa nº 122, de 22.05.1938) retrotrayendo la antigüedad en el empleo a 1 de agosto de 1938. La motivación debió ser el nivel de las tareas desempeñadas en la campaña de Asturias.

Más tarde al producirse la evacuación de Lérida, con el ejército republicano replegando hacia el este (abril 1938), fue destinado al Depósito de Intendencia de Tárrega (Lérida), como Depositario de efectos, y posteriormente como Oficial delegado de los distintos Servicios de Intendencia de Cervera (en la misma provincia).


                               

                                     Modesto y su hermano Herminio (caído en Cataluña)

Al terminar la guerra, pasa a Francia, como miles de españoles refugiados. Desconocemos si estuve antes en algún otro campo, pero en el mes de julio de 1939 se encontraba en el de Saint-Cyprien. El día 5 de dicho mes dirige una carta al embajador de México en Francia, en la que le señala que “de su reconocida amabilidad tendrá a bien incluirme…en la primera expedición que se efectúe para la noble e hidalga nación [México]...”. Añade que su “ficha de evacuado obra en poder del SERE” (Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles). Acompaña a dicha carta otra que recibe de José Antonio García (¿quizá pariente?) que lo reclama desde dicha nación.


                        

                       

Por esos dos textos sabemos el lugar exacto en que se encontraba (Campo 1, Barraca 6), en donde quizás estuviera desempeñando alguna responsabilidad en el Departamento Principal de Intendencia; o que tenía familiares en Francia, que también estaban en su misma ficha en demanda de evacuación del SERE (“conjuntamente figuran en ellas mis familiares”); o en fin, que el Sr. García obtiene de su amigo Félix Fernández-Vega (abogado llanisco, de Izquierda Republicana, diputado por Asturias de la coalición del Frente Popular –febrero 1936 - y ya exiliado en México), la gestión de que le dirija carta de recomendación al Sr. Narciso Bassols, embajador en Francia.

Pocos días después el embajador le contesta que ha de ser el SERE, quien haga la propuesta del caso a la legación diplomática. Lo cierto es que ésta no se produjo y que desgraciadamente no llegó a salir para México.

Sabemos que el 12 de febrero de 1940, abandona el campo de Argelés-sur-Mer y se alista en la Compañía de Trabajadores Extranjeros nº 125, cuyo recorrido comenzó en L'ILE JOURDAIN , situándose seguidamente  en  LE BOIS DE L'ARREAU . Fue detenido y enviado al Campo de Concentración de Mauthausen el 24 de agosto de 1940,  formando parte del denominado “Convoy de los 927”, que parte de Angulema cuatro día antes, por la referencias de llegada, y por el número asignado, el 3895. Entre los datos declarados entonces quedó registrada su profesión como “contable” y su madre como pariente cercano de referencia, en el domicilio familiar indicado. No estaba casado.

Todo ello parece indicar que es uno más de los deportados que estaban en el Campo de Les Alliers, de dicha ciudad (Stalag 184), y de los que más de 400 hombres, adultos y jóvenes, quedaron en Mauthausen, reenviando a España a mujeres y niños. No obstante hemos de señalar que uno de las principales trabajos para el estudio de dicho grupo, la obra de Alain Léger, Les indesirables, l’histoires oubliées des espagnols en pays charentais (Paris, 2000), no reseña a este deportado. Tampoco este autor le asigna el número de matrícula indicado a ningún otro deportado. Desconocemos la razón.


El 24 de enero de 1941, con el primer gran traslado colectivo de españoles, ingresa en el Campo de Gusen, donde se le asigna el número de matrícula 8996. Solo sobrevivió seis meses escasos, ya que falleció el 22 de julio de 1941, oficialmente a las “6:15 horas”, en dicho campo aunque el registro oficial señale, como en tantos otros, que falleció en Mauthausen, el campo central. Contaba 31 años.

Alguien, quizá su madre, debió interesarse por él en 1943, a través de la Cruz Roja, ya que la Oficina Principal de Seguridad del Reich remite carta a la Presidencia de la Cruz Roja Alemana, en fecha 30 de junio de 1943, en la que se señala que “el mencionado español rojo, que aparece en las listas proporcionadas, falleció el 22.7.1941 de un ataque al corazón en el Campo de Mauthausen. Si es necesario se puede solicitar un certificado de defunción en la Oficina del Registro Mauthausen II”.

A la familia le llegó la noticia de su fallecimiento el 10 de mayo de 1950.

 

Biografía elaborada por J.L Villaverde y Maribel Luna.

Investigación Grupo Deportados Asturias.

Fuentes:

          .      Familia de Modesto. 

·         Hemeroteca El Comercio (Gijón)

·         Arolsen Archives

·         CDMH

·         https://memoricamexico.gob

-     http://cartasdelexilio.free.fr/cte_es.html

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 14 de junio de 2021

Víctor Cueto Espina, de la Vega de Ceceda (Nava)

 




Stolperstein colocado en Gijón en Agosto 2022






Víctor nació en la Vega de Ceceda (Nava) el 23 de febrero de 1918, hijo de Herminia Cueto Espina, natural y vecina de La Vega, dedicada a la labranza. Por línea materna nieto de Cándido y Luisa de Piloña. Siendo todavía muy niño su madre se trasladó con él y su hermano mayor Chano a Gijón. En su infancia trabajó repartiendo tartas para una pastelería, así colaboraba con los gastos de la casa, en una situación familiar bastante precaria. Sus hermanos fueron Feliciano Cueto “Chano”, que trabajó en la mina La Camocha y falleció el 22 de marzo de 1999 en Gijón;  Antonio, fallecido en un accidente minero en 1963 con 34 años, José Valentín, fallecido el 10 de junio de 1987 con 61 años, también trabajador de la mina La Camocha; además María Dolores (Maruja), María de la Paz “Pacita” y Alfredo, éste último fallecido en Gijón el 15 de junio de 2013 a los 74 años.

Tras producirse el golpe de Estado, Víctor se alistó en las Milicias Populares, quedando adscrito al Batallón Planerías nº235 con fecha 15 de setiembre de 1936. Evacuó desde el puerto del Musel en Gijón, presentándose a las autoridades en Cataluña para reingresar en el Ejército de la República llegando al grado de teniente.

Tras la derrota de la República fue internado en el campo de concentración  de Argelés al sureste de Francia.  Formando parte de una compañía de trabajadores extranjeros (CTE),  fue hecho prisionero por los alemanes en Malo les Bains (Francia) el 4 de junio de 1940, cuando trabajaba en el sistema de fortificaciones que formaban la fracasada “Línea Maginot”. Tras hacer el trayecto hasta Alemania a marchas forzadas, ingresó en el Stalag XIII A, situado en la ciudad bávara de Sulzbach Rosenberg, en el que se le asignó el número de matrícula 65138. Posteriormente, el 11 de julio del mismo año, lo trasladaron al Stalag VII A, ubicado en Moosburg un der Ysar, también en Baviera, para ser deportado a Mauthausen el 5 de agosto del mismo año 1940.

Allí le asignaron el número 3438. En 1944 fue trasladado al subcampo de Ebensee situado en el municipio del mismo nombre, en Alta Austria. Al igual que más de 50  campos de diversa importancia en ese país, dependía de Mauthausen y había recibido los primeros prisioneros en noviembre de 1943. En Ebensee sería liberado Víctor Cueto Espina por las tropas americanas el 6 de mayo de 1945, pesando 39 kilos, teniendo que ser ingresado en un hospital militar cuando estaba a punto de morir.

Según testimonio de su hija: “Su padre, Víctor Cueto sobrevivió aquel infierno entre muchas casualidades porque un nazi por pura arbitrariedad lo sacó de la cantera y lo mandó a trabajar en una huerta; comía algún tubérculo a escondidas”. De las condiciones de salud en que se encontraban los prisioneros cuando fueron liberados puede dar idea aproximada el hecho de que, a pesar de las atenciones médicas y los cuidados recibidos a partir de aquel momento, unos 750 no pudieron recuperarse, muriendo en las semanas siguientes. Cuando su hija tenía 4 años su padre estuvo enfermo en el hospital durante 3 años, de tuberculosis ósea.

Ella recuerda anécdotas de la obsesión de su padre por la higiene y la limpieza, el orden riguroso y la prohibición expresa de dejar comida, como huellas de la disciplina nazi y el terror al que estuvo sometido.

Tras la liberación no quiso ir a vivir a Francia porque se sentía traicionado por el maltrato que recibieron los refugiados españoles en los campos de internamiento franceses   así que decidió quedarse a vivir en Austria, a pocos kilómetros del lugar donde lo habían deportado, en un lugar llamado Lenzing, pueblo industrial de  Alta Austria. A España no podía volver.

«Cueto fue un apátrida sin nacionalidad ni lugar a donde ir». Rechazó volver a la España de Franco, donde «lógicamente, lo mínimo que le hubiese ocurrido era ir a la cárcel». Nos dice Pedro Timón.

Allí se enamoró de María Horvath, nacida el 25 de enero de 1929, en Ödenburg  ciudad de Hungría cerca de la frontera con Austria. Ella vivió en su ciudad natal hasta el año 1939 que se trasladó a Lenzing, donde luego se instaló con su marido hasta el final de sus días.


                             

                                         María Horvath mujer de Víctor Cueto

 

La mayoría de los que se quedaron en Austria sólo consiguieron hablar una mezcla de español y alemán. Eran muy jóvenes cuando ingresaron en Mauthausen y allí las únicas palabras que escuchaban en alemán eran gritos con insultos y palabras soeces. (Apunte de Erich Hackl.)


                               


La pareja tuvo una hija llamada Silvia, con tanto coraje como su padre Víctor. Ella, Silvia Dinhof-Cueto, le hizo una promesa: “ que mientras ella viviera hondearía la bandera republicana en el campo de exterminio nazi de Mauthausen, donde murieron cinco mil españoles.

“– Nunca hemos tenido el reconocimiento legal de las autoridades españolas, y siempre hemos sido los familiares quienes rendimos homenaje a nuestros seres queridos asesinados y supervivientes de los campos. Todos los años, el primer domingo después de la liberación,  coincidiendo muchas veces con el Día de la Madre, hemos ido las hijas e hijos, las viudas, los nietos y nietas a rendirles homenaje, aparte de acudir al acto oficial. Recuerdo a mi padre, a Ana, de 84 años, que ya desde muy joven iba con su compañero, y a otros ya fallecidos que no aceptaban otra bandera que la republicana. Luego representantes oficiales de España se empeñaron en que también debía ondear la constitucional y lo aceptamos. Después hemos visto que quitaban la republicana y la hemos vuelto a poner. Yo sé cuánto les hubiera dolido esa acción injusta y arbitraria a los que pasaron por ese infierno.”

Y sigue diciendo:

– "Por respeto a la verdad histórica. Los que lucharon y murieron por la libertad eran republicanos. Franco les quitó la nacionalidad española. Yo nací apátrida, y si no hubiese sido por las potencias de ocupación  en Austria que dijeron: "No nos movemos de aquí hasta que no se resuelva la cuestión de la nacionalidad de los apátridas", no habría podido adquirir la nacionalidad austriaca.”

Víctor, falleció en Lenzing el 23 de abril de 1990 a los 72 años de edad. Se publica una esquela suya en el diario “El Comercio” de Gijón, donde figura su mujer María Cueto, su hija Silvia y sus dos nietos. Él no pudo ser enterrado junto a su familia, en su “tierrina”, pero siempre se sintió gijonés de corazón.

 

                              


Silvia y David Moyano, superviviente de Mauthausen, encabezaron en 2008 la petición de extradición a Estados Unidos de cuatro carniceros de las SS residentes en aquel país para que fueran juzgados por crímenes de lesa humanidad por la Audiencia Nacional española, pero lo más que consiguieron fue el procesamiento de tres.

 

Biografía elaborada por Luis Miguel Cuervo y Maribel Luna

Testimonio de su hija Silvia Cueto

Traducción documentación: Flor Menéndez

Grupo Deportados Asturias

 

Fuentes:

_ Arolsen Archives

_ CDMH (Centro Documental de  Memoria Histórica)

_ Documental de Pedro Timón 'Víctor Cueto, nº3438'

_ Diario “El Comercio”

_ Gallica

_“La Nueva España” del 14 de noviembre de 2009. Artículo de Leocadio Redondo Espina, cronista oficial de Nava

_“La Voz de Avilés” del día 4 de mayo de 2013. Entrevista a Pedro Timón, publicada por el diario

 

 

 

 

 

 

 



 

sábado, 12 de junio de 2021

Emilio Rodríguez Pérez de Coruña, residente Oviedo

                                   

                                     Emilio Rodríguez con su mujer Angelines y su hija Maribel


Emilio Rodríguez Pérez

Su padre fue asesinado en las primeras semanas de la guerra civil por algún comité revolucionario, combatió pese a ello a favor de la República, pasó por un campo de concentración franquista en 1939, emigró después en busca de trabajo a la Alemania nazi, y acabó por ser detenido e internado durante más de tres años en varios campos de concentración. Asturias nunca se interesó por su paisano Emilio Rodríguez Pérez, quien murió en el anonimato en el Hospital Central de Oviedo cuando el siglo veinte, que tanto hizo por amargarle la existencia, tocaba a su fin. Unas fotos de su novia Angelines en el Parque San Francisco de Oviedo que Emilio se llevó consigo al Reich y que los nazis le incautaron, aparecieron en 2018 en un archivo alemán y con ellas se rompió el silencio en torno a uno de los deportados asturianos más atípicos.

Emilio vio la luz en Coruña el último día de julio de 1913, como hijo de Balbina Pérez Jardón, natural de Illano y Bienvenido Rodríguez Magadán, natural de Grandas de Salime. El padre era policía y tuvo numerosos destinos en el noroeste español, en una carrera ascendente que alcanzó su punto álgido durante la República, cuando llegó a ser uno de los máximos responsables de las fuerzas del orden en Asturias. Emilio y sus hermanos Marcelino, Maruja y Raquel crecieron pues entre algodones y se codearon con las fuerza vivas de muchas ciudades. Sabemos que Emilio completó la secundaria, posiblemente en Oviedo, y a partir de entonces comenzaría a trabajar como mecánico. La prensa asturiana de aquellos años nos ofrece algunas pinceladas sobre la placida vida de la familia del conocido mando policial Bienvenido Rodríguez. En el verano de 1935, informaba del regreso a Oviedo de Maruja, quien había pasado una temporada de estudios en Madrid, así como de la visita de Marcelino, que por entonces era jefe de una compañía eléctrica en Valladolid. En octubre del mismo año, daba cuenta del enlace en Santander de Raquel con Fidel Martínez Puente. De aquellos tiempos de vino y rosas data una foto de algunos miembros de la familia que posan desbordantes de energía, elegancia y glamour. El esplendor y la calma que preceden a la tormenta.

Al producirse el golpe militar que dio inicio a la guerra civil, Bienvenido Rodríguez Magadán llevaba medio año ocupando el cargo de comisario de policía en Santander. Todo indica que fue detenido y enviado de inmediato a Asturias, donde algún comité quería hacerle pagar por su acción represiva durante la Revolución de 1934. Queda por estudiar cómo se llegó al fatal desenlace de la muerte de Bienvenido, en un lugar y fecha grabados a fuego en la memoria de Emilio, quien años más tarde las consignará en su ficha de preso de Dachau, sin duda en forma de homenaje a su padre: Sama de Langreo, 30 de julio de 1936. Al parecer, el cuerpo de Bienvenido fue enterrado sin mayores formalidades por sus verdugos y solo tras la ocupación total de Asturias por parte del ejército rebelde en octubre de 1937 la familia pudo recuperarlo y darle una sepultura digna. Hasta hoy, el nombre de Bienvenido Rodríguez Magadán aparece en la lista de represaliados asturianos del franquismo, un error difícil de entender que resulta además una afrenta a su memoria.

Si Emilio Rodríguez enfrentó un dilema ético por luchar en el mismo bando de los asesinos de su padre, es algo que quizá nunca llegaremos a conocer. Su periplo durante la guerra civil está en todo caso por investigar. Sabemos apenas que sirvió en el cuerpo de ingenieros y que pasó buena parte del conflicto en Valencia, sede del gobierno legítimo desde finales de 1936. Allí fue apresado por las tropas franquistas en los últimos días de la guerra y enviado al campo de concentración de Porta-Coeli, 30 kms al norte de Valencia. En la primavera de 1939 se apiñaban allí 1.500 presos republicanos, que eran clasificados y repartidos por otros campos de concentración y cuarteles de todo el país. Emilio Rodríguez fue considerado como reo de buena conducta y recibió carta de libertad a finales de junio con la orden de presentarse en la comandancia militar en Madrid. Allí fue asignado al aeródromo militar de Cuatro Vientos, donde entendemos que cumpliría al menos un año de servicio militar trabajando como mecánico y transportista en obras de reparación de infraestructuras como el ferrocarril Madrid-Almarox (Toledo). Su domicilio en la capital era el barrio de Tetuán, muy cerca de la Plaza de Castilla.

A partir de la segunda mitad de 1940, Emilio Rodríguez pasó temporadas con su madre y su hermano en Sahagún de Campos, donde Marcelino era uno de los responsables de la harinera de la ciudad. Posiblemente se acabó instalando en Oviedo. Allí conoció a Angelines, una chica de la buena sociedad carbayona con la que se casaría años después. Las fotos de aquellos días muestran un hombre joven de estupendo porte, alegre y con muchas ganas de recuperar junto a su chica y sus amigos los años perdidos por la guerra. Pero ganarse la vida en aquella España  destruida y arruinada era muy difícil incluso para un mecánico con experiencia como Emilio. No sorprende por ello que recibiera con interés la noticia de que se había firmado un acuerdo de emigración con Alemania. La posibilidad de trabajar en un país donde los salarios eran hasta cinco veces más altos que en España era demasiado atractiva. Dado que el gobierno decidió que no se reclutaría en Asturias, es posible que Emilio se instalara de nuevo en Madrid para tener más opciones de emigrar.

Emilio Rodríguez fue uno de los 10.000 españoles que entre finales de 1941 y mediados de 1943 se enrolaron libremente para trabajar en las fábricas del Reich. Él viajó en uno de los primeros transportes y fue a parar a una planta del gigantesco cartel de la industria química IG Farben situada en Bitterfeld, al norte de Leipzig. Cuando no llevaba más que unas semanas en Alemania, Emilio fue detenido por la policía al parecer tras ser denunciado por haber hecho algunos comentarios contrarios a Hitler en una cervecería. Hubo decenas de trabajadores españoles en Alemania que por alguna falta menor fueron detenidos y enviados durante algunas semanas a un campo de concentración para ser “reeducado”. En el caso de Emilio Rodríguez, sin embargo, aquella detención iba a ser el inicio de un vía crucis de más de tres años por diversos campos de concentración. Por lo general, la embajada española en Berlín trataba de ayudar a los emigrantes que cayeran en manos de la policía alemana. Que no fuera así en el caso de Emilio nos hace sospechar que el régimen no solo no se preocupó por él sino que incluso informó a los alemanes de sus antecedentes como combatiente republicano y dio por bueno que fuera encerrado el resto de la guerra en un campo de concentración.

Tras pasar unas semanas detenido en Halle, Emilio Rodríguez fue enviado a Buchenwald el 2 de abril de 1942. Recibió un número de preso muy bajo, el 2545. Emilio fue uno de los primeros españoles (sino el primero) internados en este campo de concentración situado a las afueras de Weimar. La inmensa mayoría de los 600 españoles deportados a Buchenwald comenzarían a llegar desde Francia solo un año más tarde. En agosto de 1942, Emilio Rodríguez fue enviado al vecino subcampo de Berlstedt, donde trabajó junto a otros 200 prisioneros en una fábrica de ladrillos. Tras más de medio año, regresó a Buchenwald, desde donde fue transferido el 2 de marzo de 1943 a Dachau. Como preso 45586 del primer campo de concentración creado por el régimen nazi, Emilio trabajó de mecánico, y es de suponer que sus condiciones mejorarían un tanto. Sin embargo, a finales de 1944 fue reenviado a Buchenwald y de allí pasó nuevamente a Berlstedt, donde sería liberado por los ingleses en el mes de abril.


Muchos años más tarde, sentado ante una máquina de escribir en su casa de Oviedo, el propio Emilio Rodríguez relataba escuetamente su periplo tras recobrar la libertad en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial: “me llevaron a una clínica de Braunschweig, dado mi estado de salud a causa de unas úlceras cancerosas que se produjeron como consecuencia de los malos tratos sufridos en los citados campos, hasta que fui transportado a Paris al hospital Richard y desde allí fui evacuado a España por consejo médico y cambio de clima, donde al cabo de año y medio fueron cerrando las cicatrices, pero sin embargo quedé (…) mal, físicamente.” El regreso a España resultó muy complicado para Emilio Rodríguez. A las profundas secuelas de más de tres años de internamiento en los campos de concentración nazis se le sumó el último capítulo de su persecución por parte del régimen, que le obligó a servir por unos meses en un batallón de trabajo del Servicio Nacional de Regiones Devastadas. Tampoco resultó fácil rehacer su vida con Angelines, cuya familia trató de alejarla de aquel paria en que se había convertido Emilio.

Con voluntad de hierro, Emilio Rodríguez superó todos los obstáculos y pudo rehacer su vida. Con Angelines formó una familia, encontró un trabajo estable en Oviedo y tuvo por más de medio siglo una mala salud de hierro. Su paso por los campos de concentración alemanes quedaron como una profunda muesca en su alma, pero trató de evitar que condicionara su existencia y la de los suyos. Su hija Maribel recuerda que apenas hablaba de ello. Solo cuando algunas noches despertaba alterado tras revivir en sueños la deportación pasaba el día apesadumbrado y dejaba escapar algunas frases sobre los horrores de Buchenwald y Dachau. El largo y penoso proceso para la obtención de una indemnización alemana sin duda contribuyó a que las pesadillas fueran recurrentes. Tras la muerte temprana de Angelines, Emilio se mudó a Gijón. Pasaba las tardes en el café Dindurra y era asiduo de los bailes, donde hizo muchas amistades.

 

Biografía escrita por Antonio Muñoz

Grupo Deportados Asturias

 

Fuentes:

Hija Maribel Rodríguez Merediz

Sobrino José Luis Rodríguez (hijo de Marcelino y Águeda)

Archivo y testimonio familiar.

ITS Arolsen

Hemeroteca BVPH

Hemeroteca “El Correo Gallego”

Hemeroteca “El Comercio”


sábado, 13 de febrero de 2021

URBANO QUINTANA CABAL



                              FERNANDO URBANO QUINTANA CABAL


                                


Nació en Oviedo el 22 de febrero de 1896, hijo de Alfredo Quintana Fernández y Balbina Cabal García. Sabemos que en 1900, la familia residía en Avilés y disfrutaba de una posición acomodada. El padre era profesor, posiblemente en la Escuela de Artes y Oficios, y la madre contaba con la ayuda de dos sirvientas para criar a sus seis hijos. Todo indica que la estancia en Avilés fue temporal y que la familia regresó a la capital de Asturias. A los 25 años Urbano se casó con Beatriz Ordóñez Fernández, nacida el 10 de mayo de 1895 en Pelúgano, concejo de Aller. La pareja tuvo cinco hijos. Hacia 1923 Urbano entró en las fuerzas de seguridad del Estado, posiblemente en el Cuerpo de Vigilancia. La familia se asentó en Barcelona en los años siguientes.

Los Quintaba Cabal eran sin lugar a dudas de tendencia progresista. En los años veinte, el hermano mayor, Alfredo, era presidente de la Liga de Inquilinos de Oviedo, liderando así en Asturias un movimiento con amplio eco entonces entre las clases medias-bajas urbanas del país que reclamaba al gobierno el congelamiento de los alquileres. Al estallar la guerra civil, Alfredo contaba 50 años de edad y era delegado en la capital asturiana de una compañía de seguros. Considerado elemento desafecto por los golpistas, fue detenido y pasó por las cárceles de Oviedo, Grao y Lugo, donde le perdemos la pista. Por su parte, Urbano, quien tenía entonces 40 años, se mantuvo fiel a la República. A punto de caer Barcelona en manos de Franco, Urbano fue ascendido de sargento a teniente. En los días siguientes, puso rumbo al exilio junto a otros 450.000 españoles. El 8 de febrero de 1939 entró en Francia por Le Perthus. En la capital catalana quedaba su mujer y sus hijos. No los volvería a ver.

Fernando Urbano Quintana Cabal pasó un mes en el campo de refugiados de Saint Cyprien, ocho en Barcarés y otros tres meses en Septfonds. En este último campo las autoridades francesas concentraron a miles de refugiados españoles que tenían una cierta cualificación profesional, para ser desde allí distribuidos a las empresas que los reclamaban. Urbano, que había sacado el carnet de conducir en 1932 en Barcelona, fue contratado como chófer en febrero de 1940 por la empresa de transportes Petitbon, con sede en la Avenida Gallieni, 140, Bagnolet, municipio colindante con París.    

El camino que llevó a Urbano Quintana Cabal desde Francia a los campos de concentración en Alemania fue poco común y todavía está por ser clarificado. Es posible que el asturiano perdiera el trabajo tras la ocupación alemana y decidiese emigrar voluntariamente al Reich, como hicieron entre mediados de 1940 y finales de 1941 casi 2.000 españoles residentes en Francia. En septiembre de 1941, cuando trabajaba en Munich, fue detenido por la policía bajo la acusación de “Volksschädling”. Se trataba de una figura penal aprobada en los primeros días de la guerra dirigida a proteger el “frente interno”, mediante la represión de actos que dañasen la economía nacional o mermasen la moral de la población. El espectro de delitos punibles era amplísimo y poco definido. Bastaba un pequeño hurto e incluso un comportamiento “contrario a las buenas costumbres” para que una persona acabara ante un tribunal especial que podía sentenciar al reo a penas de cárcel o incluso a pena de muerte. Creemos que Urbano fue juzgado en Stuttgart a comienzos de 1942. La sentencia, que por ahora desconocemos, habría sido el comienzo de su via crucis.

En marzo de 1942, Urbano Quintana Cabal fue transferido de la cárcel de Schorndorf, junto a Stuttgart, a la cercana cárcel de Welzheim. Desde allí fue llevado el 18 de marzo de 1942 al campo de concentración de Dachau, junto a Munich, donde recibió el número de preso 29498. Cinco meses más tarde, el 6 de agosto de 1942, fue transferido a Mauthausen, con el número de preso 12047. A los tres meses, el 8 noviembre de 1942, fue de nuevo enviado a Dachau, junto a otros 150 republicanos españoles posiblemente reclamados como trabajadores especializados. En su segunda reclusión en Dachau, Urbano fue el preso número 39462. Su forzada residencia era la barraca 24/3.


Hacia septiembre de 1943, el asturiano fue autorizado a escribir a su mujer en Barcelona, que tuvo así noticias de él después de dos años. A través de un vecino alemán de Beatriz, que ahora residía en Karlsruhe, ella pudo hacer llegar a su marido alguna ayuda en los meses siguientes, suponemos que dinero. Desde Dachau, el propio Urbano escribió a Mauthausen reclamando un dinero que probablemente le había llegado de su antiguo empleador en Munich. Por miedo a las posible represalias, el alemán dejó de corresponderse con Urbano y Beatriz hacia comienzos de 1944, y la comunicación entre el matrimonio quedó definitivamente suspendida. En agosto, Urbano fue trasladado al campo de concentración de Bergen-Belsen, 50 kms. al sur de Hamburgo. Allí se pierde toda pista de nuestro paisano, que sin duda fue uno de los más de 50.000 presos de aquel campo que perdieron la vida por inanición, enfermedades o palizas. Su mujer trató durante años de conocer qué había ocurrido con su marido. Nunca nadie le supo dar razón. En los años ochenta, Beatriz reclamó una indemnización a Alemania que posiblemente le fue concedida.

 

Biografía de Antonio Muñoz.

Investigación: Grupo Deportados Asturias.

 

Fuentes:

Archivos Nacionales Franceses.

Arolsen Archives.

Censo Población Avilés.

Hemeroteca Digital.

Registro Civil Oviedo.

 

 

 

domingo, 10 de enero de 2021

PEDRO BILBAO BADALA

 

    

    

    Pedro Bilbao Badala, nació el 10-4-1916 en Gijón. Sus padres fueron José Bilbao y Petra Badala.

    Muy joven se trasladó a vivir a San Juan de la Arena, donde trabajaba como marinero. Estaba casado (antes de finalizar la guerra civil  en Asturias)con María del Carmen Rodríguez Arango, con quien tuvo dos hijos, María del Carmen y José Manuel.

    Durante la guerra estuvo movilizado, formó parte del Batallón Asturias 32 (noviembre de 1936) y estando destinado en el entorno de Oviedo, cayó herido en San Claudio.

    Al finalizar la guerra en Asturias debió pasar por barco a Francia y reintegrarse a Cataluña, donde formó parte de la Agrupación de Socialistas Asturianos (1938), donde declara estar afiliado a las Juventudes Socialistas Unificadas y la Unión General de Trabajadores. En Cataluña tenía fijada su residencia en Montmeló (Barcelona).

    Tras la retirada de Cataluña, en Francia fue internado en el Campo de Concentración de Septfonds (Tarne-et-Garonne), alistándose en una Compañía de Trabajadores Extranjeros, la nº 28, destinada a la zona de Bas Rin-Lorraine (5ª Región Militar), en concreto la comuna de Combrimont (Les Vosges), pasando después a Epinal, en el mismo departamento, y a Belfort (Territoir de Belfort), donde, fue apresado por los alemanes en julio de 1940.

    Tenía el número de prisionero 7.221 y su nombre aparece en la lista oficial de prisioneros, número 34, publicada por el Centre National d’Information sur les Prisonniers de Guerre, de fecha 21-10-1940. Posteriormente fue trasladado al Stalag XI-A (Altengrabow). Finalmente fue deportado a  Mauthausen el 26 de abril de 1941, donde tuvo el número de matrícula, 3.227.

    El 30-6-1941 fue trasladado a Gusen, donde murió el 18-1-1942.

    Aparece mencionado en Triángulo Azul, el libro de Mariano Constante y Manuel Razola. “El 22 de junio de 1941, el campo fue sometido a una desinfección (…). Fue una inesperada ocasión brindada a los comunistas españoles para concertarse y examinar todos los problemas.(…). Eran necesarias exhaustivos puntos de vista para tomar las decisiones permanentes y así fue como se determinó nombrar una dirección política que centralizaría y dirigiría nuestra actividad.(…)Se decidieron una organización única con el Partido Comunista y el Partit Socialista Unificat (…)en esta primera organización, entraron a formar parte Sánchez, Plans y Vasques, falllecidos en Mauthausen; Fernández, Jiménez, Garvis, Esparbé, Bilbao el Asturiano; fallecidos en Gusen. Montez, Suñer, Marcelo Rodríguez, De la Fuente, etc..”

    Un hermano de Pedro Bilbao Badala, de nombre Patricio, militó en la U.G.T. y en la Agrupación Socialista de San Juan de la Arena. Fue alcalde de Soto del Barco y   llegó a ser capitán del ejército republicano. Siguió militando en el P.S.O.E. en la clandestinidad, tras la guerra civil.

Fuentes: Arolsen, Triangulo Azul (Mariano Constante y Manuel Razola), Fundación Pablo Iglesias, Fundación Barreiro,  Gallica. Cartas del Exilio (http://cartasdelexilio.free.fr/index_es.html)

Testimonio familiar y foto: Antolina Pantiga  Bilbao (nieta)

Texto: Esther Martínez Alvarez

 

 

 

 

 

 

jueves, 6 de agosto de 2020

JOSÉ RENDUELES SALA, de Gijón



Evaristo José Rendueles Sala nació el 19 de marzo de 1911 en el nº 10 de la calle Dindurra de Gijón, residencia de sus padres, Evaristo Luis y Natividad. Poco sabemos de la infancia y juventud de José, a quien imaginamos aplicado en los estudios e interesado por la convulsa política española de entonces. Durante la República trabajó como periodista, adoptando tal vez entonces el nombre con el que se identificaría el resto de su vida: José Rendueles de la Sala. En esos años se casó con Honorina Sánchez, con la que tuvo al menos dos hijos: Honorina y José Ramón, nacido en 1935 y bautizado en la iglesia de San Lorenzo de Gijón.

                                                                 

 


 La Prensa 1935


En la guerra civil, José Rendueles combatió con el Ejército de la República y ascendió a teniente coronel del Cuerpo de Intendencia. En el invierno de 1939, a punto de cumplir 28 años, abandonó España camino de un exilio del que ya nunca regresaría.

José Rendueles fue a parar al campo de refugiados de Barcarés. Desde allí escribió en mayo de 1939 a la embajada de México en París solicitando ayuda para emigrar a América. No pudiendo regresar a España “a causa de la actuación política y de los cargos desempeñados en la pasada Guerra”, deseaba trasladarse al lado de su familiar Eduardo Menéndez Sánchez, industrial establecido en México. La petición no tuvo respuesta positiva. José Rendueles se quedó por tanto en Francia y, como decenas de miles de refugiados españoles, se vería obligado a servir por poco más que un techo y comida a la economía de guerra, primero del gobierno democrático y luego del régimen de Vichy.       

A comienzos de 1944, José Rendueles trabajaba en Montmelian (Savoia), al pie de los Alpes. En abril, la policía detuvo allí a 57 refugiados españoles bajo la acusación de haber realizado sabotajes a la red eléctrica. El instigador de la redada fue Paul Touvier, jefe regional de la Milicia, el cuerpo paramilitar de Vichy que colaboró de forma entusiasta con los alemanes en la persecución de judíos y resistentes. Tras la guerra, Touvier sería sentenciado a muerte pero lograría escapar y pasar desapercibido durante décadas. Finalmente en 1994 sería sentenciado a cadena perpetua, siendo el primer francés en ser condenado por crímenes contra la Humanidad.  

Desde el campo de Compiégne, José Rendueles fue deportado a Alemania el 21 de mayo de 1944. En el convoy de 2.004 hombres, unos 200 eran españoles, entre ellos los asturianos Rafael González, Francisco Cristóbal, Evaristo Rebollar y Luis Valdés. El convoy llegó tres días después al campo de concentración de Neuengamme, al pie de Hamburgo. A José Rendueles le correspondió el número de preso 31418 de este campo en el que acabarían falleciendo la mitad de sus 100.000 internos. Él sobrevivió, pero las secuelas psíquicas y físicas le marcarían para el resto de sus días. Liberado el 2 de mayo de 1945, José fue ingresado en un hospital militar en Solingen, y dos meses más tarde fue evacuado a París, pasando algunos días en el hotel Lutetia, habilitado como centro de acogida a los deportados.  

Sin posibilidad de regresar a España, en junio de 1950 José Rendueles Sala emigró a Argentina. Por cuanto parece, su matrimonio civil en Asturias había sido entretanto anulado por el régimen. En 1951, José Rendueles se casó por segunda vez en Buenos Aires con Maria Aldazábal, con la que al parecer no tuvo descendencia. Posiblemente a medio gas dada su delicada salud, José siguió ejerciendo su oficio de escritor y periodista. Publicó algún pequeño texto en la revista “Ambos Mundos”, que el poeta asturiano Alfonso Camín editaba en México. José Rendueles mantuvo además estrecha relaciones con los círculos republicanos, llegando a ejercer por un corto periodo el cargo de Cónsul General en la República Argentina del Gobierno de la República Española en el exilio.

Rendueles fue socio activo del Centro Asturiano de Buenos Aires. Su gerente, el poeta Néstor Astur Fernández, le ayudó con la complicada tramitación de la indemnización alemana que le correspondía como deportado político. Al tener referencias de José, Arolsen Archives le hizo llegar un reloj de bolsillo que los nazis le habían requisado en Nuengamme. Néstor Astur agradeció el gesto en nombre de su amigo, a quien el sufrimiento padecido a manos de los alemanes había dejado profunda huella, “disminuyéndole en grado apreciable y restándole posibilidades de actuación que, por su talento y cultura, de no mediar las secuelas de su prisión le hubiera deparado merecidos triunfos a los que, resignadamente, ha tenido que renunciar.”

 

Biografía escrita por Antonio Muñoz Sánchez

Investigación: Grupo Deportados Asturias

 

Fuentes:

 

Arolsen Archives

BVPH (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

Memoria México

Registro Civil de Gijón

 



martes, 5 de mayo de 2020

José Manuel Sánchez López, de Grao







José Manuel Sánchez López, nació en el pueblo de Castañeo, a menos de 1 km de la villa de Grao, el 14 de abril de 1914. En diciembre de 1937, se encontraba en Cataluña, donde había llegado desde Asturias en plena guerra civil; fue herido en un pulmón en el frente del Ebro y evacuado a un hospital francés. Su mujer Luzdivina y su hija Rosario habían quedado en  Barbens (Lérida),   donde había nacido Rosario hacía dos meses.

Fue la última vez que vio a su hija recién nacido.  Desde Francia recibieron varias cartas de José Manuel preguntando por su hija que aún conserva Rosario y que confiesa que aún le sigue costando leer hasta el final. Madre e hija, regresaron a la casa familiar de Castañeo.

Supieron más tarde que José Manuel, fue  deportado el 13 de diciembre de 1940 desde el campo donde estaba prisionero, el Stalag V-D (Estrasburgo) a Mauthausen  y trasladado a Gusen el 24 de enero de 1941.

Aún vive su hija Rosario Sánchez, que por dos veces en los años 80, la primera con su madre, y la segunda con un grupo, quiso ver el lugar donde fue asesinado su padre, el 18 de noviembre de 1942 y por fin ambas,  despedirse de él, “en aquel lugar donde te sientes una pulga junto a un elefante y en el que ese enorme muro gris te da frío y miedo”, relata esta mujer fuerte que tiene un hijo y un nieto con el mismo nombre, en honor a su padre.

Biografía de Esther Martínez Álvarez

(Foto familiar: publicada por La Voz del Trubia en la edición de septiembre de 2019)










GRUPO DEPORTADOS ASTURIAS

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