jueves, 6 de agosto de 2020

JOSÉ RENDUELES SALA, de Gijón



Evaristo José Rendueles Sala nació el 19 de marzo de 1911 en el nº 10 de la calle Dindurra de Gijón, residencia de sus padres, Evaristo Luis y Natividad. Poco sabemos de la infancia y juventud de José, a quien imaginamos aplicado en los estudios e interesado por la convulsa política española de entonces. Durante la República trabajó como periodista, adoptando tal vez entonces el nombre con el que se identificaría el resto de su vida: José Rendueles de la Sala. En esos años se casó con Honorina Sánchez, con la que tuvo al menos dos hijos: Honorina y José Ramón, nacido en 1935 y bautizado en la iglesia de San Lorenzo de Gijón.

                                                                 

 


 La Prensa 1935


En la guerra civil, José Rendueles combatió con el Ejército de la República y ascendió a teniente coronel del Cuerpo de Intendencia. En el invierno de 1939, a punto de cumplir 28 años, abandonó España camino de un exilio del que ya nunca regresaría.

José Rendueles fue a parar al campo de refugiados de Barcarés. Desde allí escribió en mayo de 1939 a la embajada de México en París solicitando ayuda para emigrar a América. No pudiendo regresar a España “a causa de la actuación política y de los cargos desempeñados en la pasada Guerra”, deseaba trasladarse al lado de su familiar Eduardo Menéndez Sánchez, industrial establecido en México. La petición no tuvo respuesta positiva. José Rendueles se quedó por tanto en Francia y, como decenas de miles de refugiados españoles, se vería obligado a servir por poco más que un techo y comida a la economía de guerra, primero del gobierno democrático y luego del régimen de Vichy.       

A comienzos de 1944, José Rendueles trabajaba en Montmelian (Savoia), al pie de los Alpes. En abril, la policía detuvo allí a 57 refugiados españoles bajo la acusación de haber realizado sabotajes a la red eléctrica. El instigador de la redada fue Paul Touvier, jefe regional de la Milicia, el cuerpo paramilitar de Vichy que colaboró de forma entusiasta con los alemanes en la persecución de judíos y resistentes. Tras la guerra, Touvier sería sentenciado a muerte pero lograría escapar y pasar desapercibido durante décadas. Finalmente en 1994 sería sentenciado a cadena perpetua, siendo el primer francés en ser condenado por crímenes contra la Humanidad.  

Desde el campo de Compiégne, José Rendueles fue deportado a Alemania el 21 de mayo de 1944. En el convoy de 2.004 hombres, unos 200 eran españoles, entre ellos los asturianos Rafael González, Francisco Cristóbal, Evaristo Rebollar y Luis Valdés. El convoy llegó tres días después al campo de concentración de Neuengamme, al pie de Hamburgo. A José Rendueles le correspondió el número de preso 31418 de este campo en el que acabarían falleciendo la mitad de sus 100.000 internos. Él sobrevivió, pero las secuelas psíquicas y físicas le marcarían para el resto de sus días. Liberado el 2 de mayo de 1945, José fue ingresado en un hospital militar en Solingen, y dos meses más tarde fue evacuado a París, pasando algunos días en el hotel Lutetia, habilitado como centro de acogida a los deportados.  

Sin posibilidad de regresar a España, en junio de 1950 José Rendueles Sala emigró a Argentina. Por cuanto parece, su matrimonio civil en Asturias había sido entretanto anulado por el régimen. En 1951, José Rendueles se casó por segunda vez en Buenos Aires con Maria Aldazábal, con la que al parecer no tuvo descendencia. Posiblemente a medio gas dada su delicada salud, José siguió ejerciendo su oficio de escritor y periodista. Publicó algún pequeño texto en la revista “Ambos Mundos”, que el poeta asturiano Alfonso Camín editaba en México. José Rendueles mantuvo además estrecha relaciones con los círculos republicanos, llegando a ejercer por un corto periodo el cargo de Cónsul General en la República Argentina del Gobierno de la República Española en el exilio.

Rendueles fue socio activo del Centro Asturiano de Buenos Aires. Su gerente, el poeta Néstor Astur Fernández, le ayudó con la complicada tramitación de la indemnización alemana que le correspondía como deportado político. Al tener referencias de José, Arolsen Archives le hizo llegar un reloj de bolsillo que los nazis le habían requisado en Nuengamme. Néstor Astur agradeció el gesto en nombre de su amigo, a quien el sufrimiento padecido a manos de los alemanes había dejado profunda huella, “disminuyéndole en grado apreciable y restándole posibilidades de actuación que, por su talento y cultura, de no mediar las secuelas de su prisión le hubiera deparado merecidos triunfos a los que, resignadamente, ha tenido que renunciar.”

 

Biografía escrita por Antonio Muñoz Sánchez

Investigación: Grupo Deportados Asturias

 

Fuentes:

 

Arolsen Archives

BVPH (Biblioteca Virtual de Prensa Histórica)

Memoria México

Registro Civil de Gijón

 



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