Ramón Río Fanjul, o “Ríos”,
según figura en su partida de nacimiento, nació
en Fonciello, también conocido como Fonciello de Meres, aldea
asturiana de la parroquia de Tiñana, en el concejo de Siero, el día 8 de abril
de 1875.
Hijo de Jerónimo y
Cándida Fanjul, naturales de Hevia. Sus abuelos paternos fueron Ramón, natural de
Argüelles y Ramona García de la Carrera. Por la parte materna, José y María
Alonso, de Hevia. Todos ellos naturales del mismo concejo de Siero.
La familia la componían Ramón y Atanasia Rodríguez García, y sus trece vástagos: José, Arsenio, César, Manuel, Silvino, Arcadio, Ovidio, Aurora, Lola, Oliva, Herminia, Consuelo y Luzdivina Ríos Rodríguez.
Todos los hermanos participaron desde muy temprana edad en la vida
política del concejo, lo que los llevaría a una vida de lucha incansable.
César, afiliado a la Agrupación Socialista de Siero, fue guerrillero en
Asturias, León y Galicia. Participó en la revolución de octubre de 1934, fue
detenido y salió en libertad a finales de 1935. En la guerra alcanzo el grado
de teniente en el Batallón 227 de Asturias. Al caer el frente norte, escapó
junto a su hermano Arcadio, evitando una muerte segura y continuando su lucha
en la guerrilla.
Arcadio y César,
conocidos popularmente como los hermanos “Ríos”, desempeñaron importantes
cargos en la Guerrilla Antifranquista; si bien el segundo logrará evacuar a
Francia al final de los cuarenta, el primero perderá la vida en un
enfrentamiento armado con las fuerzas franquistas que tuvo lugar en la ermita
de San Xil (Ourense) el 26 de julio de 1946. Sus hermanos Manuel y Silvino
fueron fusilados en Oviedo el día 15 de febrero de 1938.
Arcadio Ríos (primero por la izda, abajo)
Ramón
quiso poner a salvo al resto de su familia y acompañado de su esposa Atanasia,
su hija Herminia, su marido Faustino Sierra Menéndez, sus cuatro
nietos y varias personas de la familia materna, evacuó de Asturias por mar
desde Ribadesella unas semanas antes del fin de la guerra en el norte. Al
desembarcar en el puerto francés de Burdeos
en el que arribaron, les dieron algo de comida y los subieron en un tren con
destino a Cataluña, donde se presentaron a las autoridades republicanas.
Aquejado de una grave enfermedad, Faustino Sierra falleció poco después en Barcelona.
El testimonio de su hijo Faustino Sierra Río fue clave para reconstruir esta
historia.
Faustino:
“Salimos
de Carbayín Alto en el año 1937 y fuimos a embarcar a Ribadesella, de allí a
Francia y luego a Barcelona. Me acuerdo bien que era un barco de carbón.
Salimos como los mineros. Nos daban de comer botes de leche condensada,
hacíamos dos agujeros para poder beberla, y chocolate. Es lo que nos dieron.
En
Barcelona ya tiraba la aviación sin parar y hay unos refugios, como minas, por
debajo, cada poco tocaba la sirena y nosotros al refugio. Allí murió mi padre
de enfermedad. Tenía silicosis y como antes no había silicosis decían que tenía
tuberculosis.”
Cuando las cosas ya eran
insostenibles en Cataluña, miles de refugiados salieron en camiones o a pie
camino de la frontera con Francia, este fue el caso de la familia Ríos que
cruzaron los Pirineos bajo una terrible nevada. Según los historiadores
alrededor de medio millón de personas pudieron pasar la frontera durante
aquellos meses. Unas cifras que desbordaron a las autoridades francesas que se apresuraron
a construir campos de refugiados para toda aquella gente que venía dejando
atrás una guerra.
Faustino:
“Marchamos
de allí y vamos entre los soldados, con los soldados, cuando en los camiones,
cuando andando. A lo mejor íbamos por las fincas y había varas de hierba y a lo
mejor salías de una de ellas y tiraban allí las bombas.
Nosotros
andando. Otras veces nos cogían los soldados y nos daban de comer en la cantina
con ellos, con el plato ese de aluminio. Luego llegamos a Los Pirineos de
Francia. Abajo había una escuela y como se hacía de noche nos quedamos a dormir
allí.
Salimos
al otro día, por la mañana. Subimos las montañas y bajamos a Francia. Por el
camino mi hermana Mari se desmayó y se quedó desvanecida y creyeron que estaba
muerta. Ya mandaban enterrarla, pero mi madre no la abandonó y la llevamos con
nosotros, pero se perdió mi hermana mayor. Con tanta nieve y niebla la
perdimos, pero cuando llegamos abajo estaba allí, calentándose en un fuego y la
otra resucitó, seguramente con el calor.”
El recibimiento de los
franceses no fue el que esperaban, antes de llegar a Angulema estuvieron en la
prisión de Cognac, posiblemente lo que llama nuestro entrevistado un “cható”.
Después ingresaron en uno de los campos habilitados en las playas del sureste
del país. Allí las condiciones eran tan extremas que unas semanas más tarde las
autoridades galas decidieron evacuar a las mujeres y los niños, enviando a la
familia al campo de refugiados de Les Alliers, cerca de Angulema, al
suroeste de Francia, donde Ramón se reuniría más tarde con ellos.
Faustino:
“Antes de llegar a Angulema había un “cható” y
nos alojamos en las cuadras y los pajares. Aquello estaba limpio. Estuvimos
allí una temporada con un señor que era el guardián de todo aquello y luego nos
fuimos a un campo de concentración.
Era
una finca muy grande rodeada de alambres de pinchos en la que había unos
barracones de madera grandísimos. Cada familia cogió la parte que necesitaba y
colgamos mantas, sábanas, lo que fuera, para separarnos unos de otros.
Estuvimos allí una buena temporada.
Dejaban
salir a trabajar al que quisiera. Mi abuelo fue a trabajar a las obras y mi
hermana mayor también trabajó algo. Comíamos bien, muy bien. Allí nos trataron
muy bien.
Después
llegaron los alemanes y en un principio no fueron malos. Colocaron una mesa
afuera y nos llamaron a todos. Había intérpretes que hablaban español y nos
dijeron:
“Estamos
muy contentos con ustedes los españoles porque cuando llegamos no tenían armas,
no nos hicieron frente, no se movieron”
¿Quién
se iba a mover allí?
Todo
muy bien hasta que nos llevaron delante de un tren de ganado y nos metieron a
todos dentro.”
Lo cierto es que a los
pocos meses estalló la Segunda Guerra Mundial y si la situación de aquellos
miles de españoles era ya de por sí precaria y difícil, el nuevo conflicto
europeo creó más inquietud, sobre todo cuando Francia se rindió a Alemania y
los nazis tomaron el control de los campos de refugiados en los que sobrevivían
los españoles.
El 20 de agosto de 1940,
la familia al completo, junto a cientos de españoles más, fue encerrada, como
animales, en los vagones de carga de un tren sin conocer el destino de su
viaje. El convoy de los 927. Familias enteras de republicanos españoles salía
de la prisión de Angulema. Sus pasajeros creían que los llevaban a la zona no
ocupada, pero pronto se dieron cuenta de que iban hacia el norte. Cuatro días
más tarde llegaron al pueblo de Mauthausen, en la anexionada Austria, un lugar
que llegaría a convertirse en uno de los símbolos del holocausto nazi. Fueron
los primeros en llegar. Ellos lo construyeron. En el convoy de los 927, que fue
el primer tren de deportados de toda la Europa occidental, viajaba población
civil, refugiados, que serían considerados apátridas cuando Ramón Serrano Suñer,
ministro de exteriores de Franco, decidió desentenderse de ellos
La familia de nuestro
protagonista fue separada al llegar a Mauthausen, las mujeres y los niños,
continuaron viaje hacia España, la España franquista de la que habían huido. El
cabeza de familia, Ramón Ríos, quedó internado en el campo, su matrícula 4205.
Posteriormente el 24 de enero de 1941 al “komando de Gusen” con el número de
matrícula 9623. Sólo resistió aquel terror unos pocos meses más, ya que el 12
de mayo de 1941, falleció debido a las malas condiciones en las que se
encontraba.
Su familia recibe la
confirmación de su muerte en un escrito fechado el 29 de noviembre de 1950, la
carta iba dirigida a Oliva Ríos Rodríguez, su hija.
Biografía elaborada por
Luis Miguel Cuervo y Maribel Luna.
Grupo Deportados Asturias
Fuentes;
Testimonio de Faustino
Sierra Río, nieto de Ramón y viajero del “convoy de los 927”, recogido por Luis
Miguel Cuervo en 2016
Documentación aportada
por Monique Giménez (familiar)
Isabel Río Saiz.
ITS Arolsen.
CDMH.
Archivo de Caen.
Familia Ríos Rodríguez
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