Emilio Cipriano Valdajos Fernández, nació en
Llanes, el 26 de setiembre de 1910, hijo de Enrique Valdajos Cesteros (*1884), natural
de Tordesillas (Valladolid), de donde eran sus progenitores y de Manuela Fernández
Astiazarán (*1886), de la misma ciudad, de padre zamorano (Villarín de Campos)
y madre vizcaína (Hermua)[2].
Su padre había fijado la residencia en Llanes por razones profesionales, dada
su profesión de tipógrafo. Segundo de ocho hijos, él y el quinto de sus
hermanos, llamado Enrique Antonio, seguirían la profesión de su progenitor, y
todos ellos estuvieron vinculados inicialmente con los talleres de la Imprenta El Pueblo, de Llanes, pasando a Ribadesella
y posteriormente Cangas de Onís, por razones profesionales.
En Ribadesella contrajo matrimonio el 9 de noviembre de 1935 con María Josefa González Aller, natural de Lastres (Colunga), de 19 años, donde ella estaba avecindada y allí nació su primer hijo, José Enrique en octubre de 1936.[3]
Su hermano, Enrique Antonio, siete años más joven que él, se casó en Cangas de Onís, donde ejerció su profesión. Militante de las Juventudes Libertarias, fue miliciano voluntario en el Batallón Asturias nº 38 (Batallón, con sede en Cangas de Onís, a cuyo frente figuraba Manuel Sánchez Noriega “El Coritu”), sin que podamos determinar su unidad, sí sabemos que como combatiente y junto a otros intentó huir a la caída del Frente Norte, en concreto en el vapor Arnao que posiblemente partiera de Avilés, siendo apresado por la Marina golpista. Como tantos otros fue procesado y fusilado en Gijón, el 30 de marzo de 1938, cuando contaba 20 años.[4]
No teníamos documentada su militancia política, aunque resultaba indudable su compromiso republicano y antifascista, como veremos. Marcelino Bilbao, que trabaría con él –ya en la deportación- gran amistad y una no ocultada admiración lo describió como un “tipógrafo de ideas libertarias”.
Todo parece indicar, y el momento fue propicio para ello con el advenimiento de la II República Española, que fue un joven con inquietudes políticas y culturales que debieron surgir favorecidas por su profesión, vinculada a los medios locales de difusión. Buen ejemplo de ello es el semanario El Pueblo, que se publicaba en Llanes, de clara tendencia republicana, que lo mismo que los de Cangas de Onís, una vez producido el golpe de estado de julio de 1936, se colocaron al lado del Gobierno de la República, o fueron incautados por su proximidad a los golpistas; en varios de ellos colaboró Valdajos. En Cangas de Onís continuó su profesión de tipógrafo y posiblemente fue el director de una revista que se editaba en Cangas de Onís durante la época republicana, que debió dirigir[5].
Sí tenemos constancia de dos colaboraciones periodísticas en los medios locales, dos crónicas de guerra, firmada la primera en El Pueblo, de Llanes -cuyas reseñas semanales del frente de guerra en la zona del Pontón firmará posteriormente Vicente Pedregal Laria- y la segunda aparecerá en la incautada revista –hasta entonces religiosa- Covadonga.
La titulada “Con los milicianos llaniscos en el frente”, aparece en El Pueblo de 31 de agosto de 1936 (núm. 1697), en su página dos, con la firma de “Emilio VALDAJOS”. Relata una visita a la línea del frente de Beza, en las estribaciones del Cantu Cabroneru en el camino entre Amieva y Sajambre. Cita su encuentro allí con Juan Antonio Pesquera, con el doctor José María García Gavito, y con el capitán Manuel Sordo, y a modo de entrevista reseña las palabras de El Coritu, jefe de la columna: “los rebeldes no pasarán por estas posiciones mientras las defiendan hombres de Llanes y Cabrales…”. Cierra la crónica con una bucólica referencia a las vacas que pastan por aquel puerto “extraídas (sic) al enemigo por los bravos milicianos llaniscos y cabraliegos”.
La segunda “En el frente de Beza”, aparece, subtitulada “Por nuestro compañero Emilio Valdajos”, en la revista Covadonga (núm. 339), editada en Covadonga (Cangas de Onís), de fecha 22 de setiembre de 1936 y entonces bajo el rótulo de Boletín del Frente Popular de Cangas de Onís. En esta crónica un poco más extensa y detallada relata la incursión de la columna del Manuel Sánchez Noriega, el Coritu, de la que fue avanzadilla el grupo de Cabrales al mando de Manuel Sánchez Labrador, en Soto de Sajambre. De esta escaramuza sacaron provecho al capturar 24 cabezas de ganado y treinta prisioneros de la fuerza rebeldes (nacionales). Por esta crónica tenemos noticias de las primeras bajas de republicanos llaniscos y los testimonios fotográficos son de primera mano.
Entre las referidas bajas, las de José Palacio y Vicente León Cerezo, por fallecimiento, y Juan Pérez Bernot, desaparecido al fin y sobre el que se pretendió al parecer un intercambio, y los heridos Manuel Gutiérrez y José María Diego Santamaría, además de dos cabraliegos. Ilustrando esta crónica y otras del ejemplar de la revista aparecen media docena de fotos, de indudable valor, en las que vemos además la foto de los treinta prisioneros (¿treinta y uno, de ellos dos mujeres?), las de las personas citadas en la reseña que tres semanas antes aparece en El Pueblo. La crónica se cierra con una especie de entrevista a El Coritu, en la que este refiere su “diálogo” con el jefe rebelde, parapetados tras sendos muros, y el contenido del mismo.
Tras la caída del Norte, se refugió en Cataluña, saliendo por mar hacia Francia y reingresando en territorio republicano, en Cataluña. Su esposa, su hijo menor de un año, su padre (Enrique) y su cuñada (Genoveva Fernández Cortina, esposa de su hermano Enrique A.) ya se encontraba allí, por haber salido quizás a finales de setiembre de Asturias, y ambas embarazadas. Afincados como refugiados en Suria (Barcelona), pocos días después nace su hija Julita, el 14 de octubre de 1937[6]. Su cuñada daría a luz al año siguiente, el 4 de junio de 1938, un niño al que pusieron por nombre Enrique Antonio, como su padre, que había muerto fusilado poco más de dos meses antes en Gijón.[7]
No tenemos referencia alguna de su paso a Francia, ni de su internamiento en alguno de los campos de internamiento franceses. Conocemos la Compañía de Trabajadores (CTE) en la que estuvo por las memorias de Marcelino Bilbao, la 26ª, aunque éste no señala haber estado en Le Barcarés, donde parece que se formó la citada CTE[8]. Ésta es destinada a la Línea Maginot, Sector Mets-Faulquemont, en las proximidades de Morhange, zona desde donde inician un recorrido a pie, tratando de llegar a Suiza, empujados por la invasión alemana. No lo consiguen y son detenidos en las proximidades de Saint-Dié-des-Vosges y conducidos al Stalag V-D de Estrasburgo, donde Emilio ingresa con el número 2821.[9]
Como el resto de los republicanos españoles detenidos, y puestos a disposición de la Gestapo para ser deportados, los primeros a partir de agosto de 1940, de este centro de detención parte el 11 de diciembre de 1940 hacia el Campo de Concentración de Mauthausen (en la Austria anexionada por Hitler) a donde llega el 13 de diciembre de 1940, y es registrado con el número 5.333. En la ficha de ingreso en el KL de Mauthausen, da el nombre de su esposa, residente en Rueda [Valladolid] como persona de contacto. Formó parte de una expedición, la última de aquel año, compuesta por 846 prisioneros. De ella se conserva el testimonio del catalán Comellas.
“… 800 republicanos españoles, prisioneros de guerra de los alemanes, que nos llevaron al Stalag de Strasbourg, Kaserne Eble (un antiguo cuartel que no existe…), había unos 2000 ingleses y otros tantos franceses, todos prisioneros de guerra… Al atardecer de 11 de diciembre de 1940, vino la Gestapo y nos hicieron formar a los 800 españoles y nos dijeron que íbamos a trabajar en Austria, no como prisioneros militares sino como civiles… Fuimos a pie a la estación y nos hicieron subir a un tren de viajeros…La noche siguiente llegamos a Mauthausen, fue el día 13 de diciembre de 1940. de la estación subimos por un atajo…los guardias nos esperaban en Mauthausen con perros de aquellos que los tenían enseñados contra los trajes de rayas… Nos recibió el Comandante Franz Diereis… nos dijo: ‘Habéis entrado por esta puerta grande y saldréis por aquella pequeña chimenea’. [10]
Tras tres meses y medio en dicho Campo es
trasladado al campo anexo de Gusen (a escasos
√
Anexo
Referencias a Emilio Valdajos en el libro Bilbao en Mauthausen, Memorias de
supervivencia de un deportado vasco, Etxahun Galparsoro, Crítica,
Barcelona, 2020
Nueve años después de que se publicara la nota biográfica de Emilio
Valdajos Fernández, en 2011, la aparición del libro de Etxahun Galpalsoro (Bilbao en Mauthausen, Memorias de
supervivencia de un deportado vasco) sobrino-nieto de Marcelino Bilbao
Bilbao, sobre este deportado, nos aporta nuevos datos de interés para nosotros.
Recoge las memorias de éste, a partir de un texto que había escrito Marcelino
Bilbao para una obra colectiva (Triangulo
Azul, de Manuel Razola y Mariano Constante), que amplía a partir de las
múltiples entrevistas, perfectamente encuadrado -todo ello- con un detallado trabajo de estudio y
documentación histórica.
Si el itinerario vital de Marcelino Bilbao es similar al de miles de
republicanos del Norte: Asturias-Francia-Cataluña, dos de ellos Emilio Valdajos
y su cuñado Emilio Puente, a partir de la inscripción en la 26ª Compañía de
Trabajadores Extranjeros es el mismo para los tres: Línea
Maginot-Estrasburgo-Mauthausen. Valdajos murió allí, Bilbao y Puente fueron
liberados.
En el libro las referencias a Valdajos y a su cuñado Puente, son varias.
Contextualizamos las referencias y ponemos el texto de Galparsoro en cursiva y
en cursiva negrita cuando corresponde a las propias memorias de Bilbao. En
notas a pie de página se señalan algunos datos y comentarios.
**
Marcelino Bilbao estuvo preso en el Campo de Gurs, posteriormente en el
de Septfonds, y ante las condiciones nada halagüeñas decidió inscribirse –como
muchos republicanos- en el Ejército francés, en una Compañía de Trabajadores
Extranjeros (26 ª CTE) que destinaron al noreste de Francia, a la Línea Maginot,
en concreto a la región fortificada de Metz (Sectores Faulquemont-Sarre).
Estuvo alojado en las afuera del pueblo de Morhange (departamento de Mosela).
Sobre sus amistades señala[12]:
“Pronto nacieron nuevas amistades y con ellos se fueron consolidando
grupos de amigos, como el quinteto que formaron [Ángel Ele]Jalde, José Mari
[Aguirre] y Marcelino [Bilbao], cuando se les unieron dos asturianos: Emilio
Puente Pérez, un antiguo teniente de los Guardias de Asalto que durante la
guerra se había dedicado a dibujar los planos militares del V Cuerpo, y Emilio
Valdajos Fernández, un tipógrafo de tendencias libertarias[13].
Estos dos amigos, diez años mayores[14]
que Marcelino, eran también cuñados, ya que la mujer de Puente era la hermana
de Valdajos.” (pág. 42)
Nada dice de los asturianos cuando se pierde de Elejalde…el primero de
junio… …camino de la frontera franco-suiza. En este itinerario, llegan Épinal
(Región de Los Vosgos), hasta caer prisioneros de los alemanes en
Thaon-les-Vosges (norte de Épinal) [el 22 de junio: rendición de 500 000
soldados en Saint-Dié-des-Vosges y Épinal]. De entre ellos:
“…algunos miles de republicanos como Marcelino Bilbao, José Mari
Aguirre, Emilio Valdajos y Emilio Puente.” (pág.46)
Presos en un fronstalag, caminaron 150 kms, pasando por Sélestal, hasta
Estrasburgo. Esta ciudad era un gran stalag, oficialmente el Stalag V-D
(diversos puntos: área de Exposiciones, campo F. La Meinau, Cuartel d’Eble,
Cuartel d’ Esnon…), y acabaron reubicados en una caserna al lado del Rin. Durante
esta estancia salieron a trabajos exteriores, y allí estuvieron hasta el 11 de
diciembre de 1940 en que se formó un convoy, que vía Munich llegó a Mauthausen
en la Austria anexionada:
“Tras día y
medio de viaje, y después de haber atravesado Alemania…el convoy llegó a una
modesta estación austriaca …en aquel transporte había viajado junto a Marcelino
una serie de personas que, aunque él ni siquiera lo sospechara, llegarían a ser
muy importantes en su vida: …Emilio
Puente Pérez, Emilio Valdajos Fernández…” (pág. 53)
Llegan hacia las dos de la m mañana del 13 de diciembre de 1940. Las
jornadas de la cuarentena inicial fueron devastadoras. Duro periodo entre
agosto de 1940 (en que llegaron los primeros españoles; antes estaba ocupado
mayoritariamente por polacos) y finales de 1941 (llegadas de los primeros
convoyes de rusos)
“Las jornadas transcurridas en el área de cuarentena, además de ser
delirantes por el sadismo soportado, resultaron devastadoras para la fortaleza
de José Mari, Puente, Valdajos y Marcelino…” (pág. 86)
“En cada una de
las dos estancias del barracón dormíamos unas doscientas personas. Al principio
no teníamos camas, nos tendíamos en el suelo, sobre un poco de paja molida que
se esparcía por el entarimado. Puente, Aguirre, Valdajos y yo nos tumbábamos en
la esquina opuesta a la puerta de entrada, porque cuando a las tanteas de la
madrugada los SS se presentaban borrachos a divertirse, siempre comenzaban a
repartir estacazos desde la puerta de entrada hacia el interior… al dormir en
el otro extremo, nos resguardábamos de su fuerza asesina” (pág. 123)
Pocos meses después de su entrada en Marcelino comenzó a jugar al
fútbol…
“Gracias al deporte también pude ayudar
a Emilio Valdajos, a quien nuestro grupo de amigos consideraba un respetable
intelectual, por haber sido un gran periodista. A Valdajos lo tratábamos de
manera singular, con respeto. Tenía cierta adicción al tabaco, no podía estar
sin fumar y antes de ser deportado a Mauthausen había llegado a ser fumador tan
empedernido que, a fuerza de aspirar la pipa, terminó agujereándola con sus
brasas. Pero en Mauthausen el tabaco era un bien escaso que el tío se mataba
por darle unas caladas a un cigarro” (pág. 156).
Ante un regalo a Marcelino -de unos alemanes con los que charlaba en un
grupo, que sí podían fumar- de una cajita con restos de colillas, señala:
“¡Jo! Valdajos, que se encontraba
presente, se volvió loco... temía que me desprendiera de la caja en algún
trueque, me agarraba de forma compulsiva… lo tuve encima hasta que por fin se
disolvió el grupo y le comenté: ‘toma, para ti’ ¡Joder! El pobre hombre se
alegró como si le hubiera tocado la lotería “. (pág. 158).
Cuando empezaron a funcionar los komandos externos, en enero de 1942,
hubo cambios organizativos que afectó al grupo de amigos:
“El grupo de
camaradas formado en la línea Maginot y ampliado en el Stalag de Estrasburgo
había conseguido mantener a lo largo del infernal 1941 los vínculos de
solidaridad que los unían. Puente, Valdajos, José Mari y Marcelino…entre otros,
trataron de mantenerse unidos en las tenebrosas jornadas que se sucedían sin
posibilidades de solución, pero el año 1942, que acababa de comenzar, traería
profundos cambios en la organización de los Lager y, como consecuencia, en el
grupo de amigos.” (pág. 178).
Entre los meses de abril y julio de 1942 Marcelino Bilbao fue objeto,
formando un grupo de treinta españoles y rusos, de un experimento médico, que
estuvo a punto de costarle la vida, acabando tras pasar por la enfermería del
Campo central, en la enfermería de desahuciados (‘los musulmanes’ en el argot
del KZ), en el denominado Campo ruso. A su regreso al Campo central quedaban
siete:
“…atravesamos la
puerta y nos colocaron en una esquina contra el muro que cercaba el campo y en
el que había unas anillas encadenadas a la pared para colgar a los castigados”
… (pág. 216)
El muro era conocido como Muro de las Lamentaciones (Klagemauer), donde dice que muere Emilio
Valdajos, cuyo fin relata con cierto detalle.
“Fue allí donde
unas pocas semanas atrás había muerto agarrotado mi gran amigo Emilio Valdajos:
resulta que, como Valdajos era una persona tan inteligente, le habían destinado
a la administración de los presos, para controlar los listados de prisioneros.
Por eso a Emilio se le acercaban muchos españoles pidiéndole pequeños favores:
“¿Podrías poner en la lista a Pepe en vez de a Juan? Es que tengo esto y tengo
lo otro…” le rogaban. Y al final como a Valdajos no le costaba efectuar unos
ligeros retoques en la relación de presos, accedía a las súplicas. Pero en
Mauthausen la exactitud de las cuentas era muy importante y no se toleraba el
menor desvío. Por eso, cuando un día los SS realizaron un control y examinaron
los inventarios se dieron cuenta de las jugadas que hacía Emilio. Aquello fue
su perdición. Le cogieron los SS y se lo llevaron al muro en el que ahora nos
encontrábamos los siete enfermos, para colgarlo de las anillas. Al infeliz lo
tuvieron colgando día y noche hasta que el hombre falleció atormentado por la
tortura que suponía estar suspendido desde el muro. ¡Pobre Valdajos! ¡Con lo
inteligente y majo que era! Habían trascurrido varias semanas[15]
desde la muerte de Emilio Valdajos y ahora me encontraba junto a mis seis
compañeros, erguidos en línea con los pies destrozados, en el mismo lugar en
que había fallecido torturado mi amigo” (pág. 216).[16]
Galparsoro, en pie de página sobre la muerte de Emilio Valdajos, reseña
la versión de José María Aguirre, en el documental “Nüremberg, testigos de cargo”, de Karmelo Vivanco:
Según
José María Aguirre, las SS aprovecharon la condena a muerte de Valdajos para
realizar experimentos médicos con él: “Le
ataron a las afueras de la barraca en pleno invierno[17]
y le fueron echando cubos de agua, Mientras tanto iban midiendo el pulso, las
palpitaciones, etc. Hasta que murió, naturalmente. Decían que era con ánimo de
saber cómo reaccionaban los marino y los aviadores que caían en los mares del
norte” (pág 216 y nota 99).[18]
[1]Elaborada a partir de
la originaria en la serie Llaniscos en
los campos de concentración nazis (2) Emilio
Cipriano Valdajos Fernández, en el semanario El Oriente de Asturias, ya
desaparecido, el 13 de mayo de 2011, y publicadas también en Hemeroteca, Ed. El Oriente, Llanes, 2011.
En anexo transcribimos y
analizamos las reseñas a Emilio Valdajos y a su cuñado Emilio en libro Bilbao en Mauthausen, Memorias de
supervivencia de un deportado vasco, Etxahun
Galparsoro, Crítica, Barcelona, 2020. El autor –historiador y sobrino-nieto de Marcelino
Bilbao Bilbao- recoge las memorias de éste, a partir de un texto que había
escrito para una obra colectiva (Triangulo
Azul, de Manuel Razola y Mariano Constante), que amplía a partir de las
múltiples entrevistas, que aportan innumerables datos sobre lugares, personas y
situaciones, perfectamente encuadrado -todo ello- con un detallado trabajo de estudio y
documentación histórica. Marcelino Bilbao “luchó integrado en el batallón
anarquista Isaac Puente, durante la fase en la que esta se desarrolló en el País
Vasco, Santander y Asturias”; en conversación con Galparsoro nos confirmó que
efectivamente había participado en la batalla del Mazucu (Llanes). Mi
agradecimiento a Galparsoro por su ayuda.
[3] José Enrique emigró a Alemania, donde falleció.
[4] Asturias, octubre del 37: ¡El “Cervera” a la vista!, Marcelino Laruelo Roa, Gijón 1998 (2ª edición), pág. 248. Del mismo autor La libertad es un bien muy preciado, Gijón, 1999 (Datos de Conejos de Guerra, en CD).
[5] Quizás de la renacida El Sella (Información Francisco Pantín).
[6] Registro Civil de Suria, sección 1ª, año 1937, núm. 98. Al padre se le señala domiciliado en Gijón, todavía.
[7] Registro Civil de Suria, sección 1ª, año 1938, núm. 33. La madre se encontraba domiciliada en la calle S. Valcells, núm. 23, de Suria, y al padre se le señala como “desaparecido”.
[8] Vid. Anexo y Cartas del Exilio (http://cartasdelexilio.free.fr/cte_es.html).
[10] Hispania, nº 97, octubre de
1988 (Revista de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos
Victimas del Fascismo).
[11] Ver detalles de lugar y circunstancias en nota, en el anexo.
[12] Todas las referencias están hecha al libro en edición digital:
[13] Aunque de su ideario político nada sabíamos, ya habíamos apuntado la declaración de militancia libertaria de su hermano, que encontramos en la ficha de alistamiento como miliciano.
[14] Emilio Puente Pérez había nacido el 9.5.1910, en La Riera, concejo de Cangas de Onís, y no la Riera l concejo de Somiedo, como señala el Libro Memorial (Bermejo y CHECA, Ministerio de Cultura, Madrid 2006).
[15] El retorno de Marcelino Bilbao del
Campo ruso al Campo Central se produjo en el mes de julio y el fallecimiento de
Valdajos fue el 9 de junio de 1942, de donde se deduce que el relato que hace
de la muerte de Valdajos se lo habrán contado.
[16] Esta versión de la
muerte de Valdajos, que Bilbao la sitúa en el Muro de las Lamentaciones del
campo central de Mauthausen, suscita serias dudas. Valdajos solo estuvo en él
durante tres meses y medio, entre los días 13 de diciembre y 29 de marzo de
1941, en que fue trasladado a Gusen. Es forzoso pensar que de dicho traslado
tuvo conocimiento Bilbao, que relata su muerte cuando regresa de la estancia en
la nueva Enfermería situada en el denominado Russenlager (Campo ruso); y dicho
regreso debió producirse hacia mediados de junio, ya que entre los días 20 y 27
de junio se encontraba ya en la barraca nº 11 del Campo central. Es en esas
fechas cuando pudo enterarse de la muerte de su amigo Emilio, ocurrida en
Gusen, inequívocamente el 7 de junio de 1942, según acredita libro de
fallecidos de Gusen (Totenbuch Kdo. Gusen
1.1. 42 – 3.9.42; Arolsen Archives,
documento 1290942)) que lo registra
con el ordinal 1168, como español, nº de matrícula 11494, nacido en Llanes,
tuberculosis pulmonar como causa de la muerte, ocurrida a las 6:40, aunque en
el registro oficial de fallecimiento se diga “KL Mauthausen”.
[18] Suscita asimismo dudas esta versión. No
parece correcto el detalle de que fue en pleno invierno, puesto que falleció en
el mes de junio. Quizás Aguirre está contando algún castigo concreto previo a
Valdajos y lo relacione con los hechos que le causaron la muerte, que a él
también le debió ser contada, ya que con toda probabilidad y quizás ni
estuviera en el Campo central ni en Gusen.
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