miércoles, 25 de noviembre de 2020

Francisco Cristóbal Pérez, de Gijón




                                                  

Francisco Cristóbal Pérez nació el 16 de enero de 1918 en el barrio gijonés del Natahoyo. Sus padres eran el segoviano Francisco Cristóbal Calvo y Encarnación Pérez Gómez, natural de Madrid y de raíces también segovianas. Ambos tenían cuarenta años cuando llegó el pequeño, lo que invita a pensar que Francisco tuvo varios hermanos mayores. La zona oeste de Gijón albergaba entonces una gran cantidad de empresas que empleaban a miles de familias inmigrantes como la de Francisco. Las condiciones de trabajo y la vida en las ciudadelas eran penosas, lo que dio alas a un movimiento obrero muy combativo. En ese ambiente creció Francisco, quien muy joven, y quizás contemporáneamente, entró en la CNT y en la fábrica de loza “La Asturiana”.

 

                             
                                                 Fábrica de Loza “La Asturiana”, 1911


Al producirse el golpe de estado contra la República, Francisco Cristóbal tenía 18 años y era ceramista en una de las principales industrias de loza del país. Fue enrolado en el “Batallón Espartaco”, cuyo núcleo estaba formado por guardias municipales de Gijón. A finales de abril de 1937, el batallón fue enviado al frente de Bizkaia. Quizás fuera allí, en los mismos días en que la Legión Cóndor arrasaba Gernika, cuando Francisco Cristóbal vivió su bautismo de fuego. En los meses siguientes vería morir a la mayoría de sus compañeros. Al caer el frente norte en octubre, Francisco fue probablemente evacuado en barco desde Asturias a Francia, y regresaría a España por Catalunya para continuar el combate contra los facciosos. Al finalizar la guerra civil pasaría de nuevo a Francia junto a casi medio millón de compatriotas.

Francisco Cristóbal fue internado en el campo de Argelès y meses más tarde enrolado en la 130º Compañía de Trabajadores Extranjeros, que estuvo destacada en Sainte-Livrade-sur-Lot, cerca de Burdeos. Tras la capitulación francesa a finales de junio de 1940, fue desmovilizado y se asentó en Burdeos. Allí vivían por entonces miles de refugiados españoles, muchos convertidos en trabajadores forzados de los alemanes. Solo en la construcción de la base submarina participaron 3.000. Los republicanos españoles eran además un colectivo especialmente activo en el movimiento de oposición a los ocupantes. A comienzos de 1944, Francisco Cristóbal y el también gijonés Rafael González Costales fueron detenidos por la Gestapo, acusados de colaborar con la Resistencia. Ambos fueron enviados al Fort du Hâ, la antigua cárcel de Burdeos usada por los alemanes para encerrar a los opositores. Tras varios meses en aquel penal lúgubre e insalubre, ambos fueron transferidos al campo de Compiègne, al norte de París, antesala de la deportación al Reich para más de 45.000 personas durante la guerra.


                                            

                                                                                     Fort du Hâ,  Antigua cárcel de Burdeos

El 21 de mayo de 1944, un convoy con 2.004 hombres partió de Compiègne camino de Hamburgo. Apretujados en los vagones iban más de 1.600 franceses y casi 200 españoles, entre ellos los asturianos Francisco Cristóbal, José Rendueles, Evaristo Rebollar, Rafael González y Luis Valdés. A los tres días llegaron a Neuengamme, el principal campo de concentración del norte de Alemania. Al funcionario que le tomó los datos, Francisco le gastó una broma diciéndole que era campesino. También afirmó que estaba casado y era padre de un niño, lo que parece que no era tampoco cierto. Convertido en el prisionero 32.070, fue asignado a mediados de junio a un comando de trabajo en Braunschweig, una ciudad situada 150 kms al sur. Con otros 125 compañeros construiría las barracas de un subcampo de Neuengamme, que debía albergar a trabajadores esclavos para la empresa de camiones Büssing-NAG.

 

                                     

 

Una vez acabadas las obras, Francisco Cristóbal probablemente continuó trabajando en la empresa junto a más de 1.800 deportados, la mayoría judíos traídos de Auschwitz. La dureza del trabajo, la malnutrición, los malos tratos y el tifus segaron la vida de centenares de ellos. Ante el avance de las tropas aliadas, a finales de marzo de 1945 los SS evacuaron el subcampo de Braunschweig. En terribles “marchas de la muerte”, los presos fueron llevados de campo en campo hasta recalar en Wöbbelin, 50 kms al este de Hamburgo. Hasta 5.000 presos de diversos subcampos de Neuengamme fueron allí concentrados. Casi 1.000 murieron antes de que las tropas americanas liberaran el campo el 2 de mayo. Casi con total certeza uno de los presos que recobraron la libertad en Wöbbelin era Francisco Cristóbal.

La documentación consultada apenas aporta unos pocos trazos de la vida posterior de este superviviente de los campos nazis. Nos dice que regresó a Burdeos, donde en 1958 se casó con la española Adoración Caudevilla. La pareja se instaló en la zona sur del gran Burdeos y no sabemos si tuvieron hijos. Como antiguo deportado, Francisco Cristóbal reclamó una pensión al gobierno alemán. Entre la documentación aportada por el asturiano al servicio de indemnizaciones alemán encontramos un atestado médico firmado por el doctor J. Revol de Burdeos que en pocas palabras condensa todo el sufrimiento que el fascismo infligió a aquel olvidado niño del Natahoyo: “Je soussigné certifie que lui, Francisco Cristóbal, est atteint d´une invalidité de 95%”. Falleció en Talence en 1998.

 

Biografía escrita por Antonio Muñoz Sánchez

Investigación: Grupo Deportados Asturias

 

FUENTES:

Arolsen Archives

Neuengamme Concentration Camp Memorial- Archives

Hemeroteca de “El Comercio“

Registro Civil de Gijón

 

 


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