Stalag VII-A de Moosburg (Baviera). Distribución de la comida
En la casa que habitaba su familia de la calle
del Real (concejo de Gijón), nació el día 6 de diciembre de 1910 José Antonio
Pérez Álvarez, fruto del matrimonio formado por Félix Pérez Nuñes de Madrid, y
Oliva Álvarez Fernández de Gijón. Sus abuelos paternos Guillermo Pérez y Ángela
Muñiz eran naturales de El Ferrol y de Madrid, respectivamente. Sus abuelos
maternos Antonio Álvarez y Generosa Fernández eran naturales de los concejos de
Pesoz y de Gijón.
Sabemos que vivió en Barcelona
en la calle San Sadurní 10 (Gracia). Por ello es muy probable que en La
Retirada pasase a Francia atravesando la frontera pirenaica, formando parte del
éxodo de republicanos tras ocupar Cataluña las tropas franquistas.
En el país galo se alistó en la
Compañía de Trabajadores Extranjeros (CTE) nº 66, formada en el campo de
concentración francés de Septfonds, región 8eme. Esta compañía estuvo destinada
en las localidades francesas de Cravant, Chemilly y Vincelles. A través de “Memoire
des hommes”, sabemos también del alistamiento de Antonio Pérez en el Regimiento
de Marcha Extranjero (Quinta región militar) reclutado en Perpignan.
Tras la invasión del ejército alemán sobre Francia en mayo de 1940, fue capturado y encarcelado en un campo de prisioneros de guerra ubicado al norte de Munich, capital del estado de Baviera; el stalag VII-A de Moosburg (Stammlager A en el distrito militar VII), con el número de prisionero 17886. Este stalag fue uno de los campos de prisioneros de guerra más grandes de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial llegando a contar con más de 150.000 prisioneros de guerra. Fueron distribuidos en destacamentos de trabajo forzado en la industria y la agricultura. El campo funcionaba bajo la dirección de la Wehrmacht, en gran medida en conformidad con los acuerdos internacionales (Convención de Ginebra). También sirvió como un campo de tránsito a través del cual los prisioneros, incluidos los oficiales, fueron procesados en su camino a otros campos. En algún momento durante la guerra, prisioneros de todas las naciones que luchaban contra Alemania pasaron por Moosburg:
“Había franceses, polacos, moros, senegaleses, etc. Se
le llamaba el campo de los «perros» pues los S.S. patrullaban por el mismo
constantemente con perros policías especiales que atacaban, en donde veían
algunos grupos, en los que se intercambiaban objetos unos a otro, o bien,
hombres que se dedicaban a buscar las peladuras de patatas para comer. Era
entonces cuando soltaban los perros, y si eras alcanzado por falta de tiempo
para meterte en alguna barraca, te mordían dejándote semidestrozado.
En el mismo día que entramos en el campo, observamos
todos nosotros atónitos como un perro de estos salvajes, acometía ferozmente a
un moro que andaba camino de su barraca: el desgraciado quedó muerto, después
debatirse inútilmente de las garras de aquella fiera. Un día y con orden
urgente, nos hicieron formar para partir.
Como siempre confección de listas de transporte,
anotando como algo extraordinario; nombres, apellidos y oficio, preguntas que
nos llenaron de incertidumbre, puesto que había diferentes rumores, en los que
se afirmaba que partiríamos hacia Austria (alrededores de Linz) para trabajar
en un campo, cada uno en su oficio o profesión y que después de tres meses de
prueba seríamos liberados y trasladados hacia España. Al fin, fuimos
trasladados a la estación, esta vez más escrupulosamente guardados que de
costumbre, haciéndonos entrar en vagones pestilentes, que servían o habían
servido para traslado de animales porcunos.
Nos entregaron un pequeño trozo de pan con su
correspondiente 60 a 75 gramos de salchicha, todo esto para 24 horas, teniendo
que mantenernos con tan abundante comida durante dos días Por las rejillas de
los vagones observábamos el paso de las estaciones, sin notar nada de anormal.
Al llegar a los alrededores de Linz, tuvimos la gran
decepción al contemplar los trajes rayados que cubría miserablemente los
hombres famélicos, que agotados marchaban obedeciendo a los cabos de vara que los
conducían a trabajos forzados. Sus voces y sus gestos eran acompañados de duros
y feroces golpes.
Nosotros, luchadores en pro de una justicia más
humana, sancionamos desde aquel momento el criminal sistema
nacional-socialista, entronizado por la mente de un monocéfalo que impuso el
crimen, como sistema y método, para eliminación de todo lo que representase
conciencia libre”.
(Amadeo Sinca Vendrell: Lo que Dante no pudo imaginar:Mauthausen-Gusen 1940-1945. Producciones Editoriales, Barcelona 1980, pág.
69-87.)
La permanencia en el campo de prisioneros de Moosburg
de nuestro compatriota Antonio Pérez fue de dos meses aproximadamente, la
Gestapo identificó a los prisioneros españoles con el objetivo de separarlos de
los demás como "combatientes de la España Roja" para ser deportados.
Fue incluido en un convoy que partió de la estación de München (Munich) con
destino a la deportación al campo de concentración austríaco de categoría III(de no retorno) de Mauthausen, donde arribó
el día 31 de agosto de 1941. Este sería el último convoy del mes de agosto de
1941, con un centenar de hombres (108 según lista de la FDP francesa). Su ficha
de registro de entrada en el campo refiere como profesión cocinero y
proporciona como dirección de contacto en calidad de cónyuge a Madalena
Torrente Gorrea, con dirección en la rue Toul 122, Haute G. de Toulouse. En
Mauthausen al asturiano Antonio Pérez Álvarez le robaron su identidad, para convertirlo en
el nº 4680.
El día 20
de octubre de 1941 fue incluido con el número de matrícula 14094, para ser
transferido al campo anexo de Gusen dentro de un grupo de deportados. Habían pasado
dos meses desde su entrada en el campo principal. Las condiciones de “vida” en
este campo eran aún más crueles e inhumanas que en Mauthausen.Miles de republicanos españoles perecieron a causa de enfermedades como el tifus y la tuberculosis,
de inanición extrema, de palizas y torturas, de asesinatos en baños fríos, de exterminación por gas, de extenuación por el trabajo
forzado… En el invierno de 1942, con temperaturas de 25 a 29 grados bajo cero, se
produjo la tasa más alta de mortalidad.
Antonio Pérez Álvarez pudo sobrevivir
en Gusen hasta el 26 de febrero de 1942, día en que los nazis registran en la
ficha del campo su fallecimiento a la 14h.Tenía 31 años.
Biografía escrita por Begoña Álvarez Cienfuegos
Investigación Grupo Deportados Asturias
Fuentes:
- - Amadeo Sinca Vendrell : “Lo que
Dante no pudo imaginar: Mauthausen- Gusen 1940-1945” Producciones Editoriales
Barcelona 1980. (p. 69-87)-
- - Arolsen Archives
- - Banco de la Memoria
- - Cartas del exilio
- - Combatientes.es
- - Fondation pour la Memoire de la Deportation
- - Registro Civil de Gijón
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