Isidro Álvarez Martínez nació el 1 de septiembre de
1900 en Batabanó, ciudad portuaria situada sesenta kilómetros al sur de La
Habana. Sus padres, Concepción e Isidro, eran hijos de sendas familias de
Campiellos, concejo de Sobrescobio, que como tantos miles de asturianos emigraron
en la segunda mitad del siglo XIX a la, por entonces, provincia española de Cuba.
Posiblemente se instalaron en Batabanó atraídos por la floreciente actividad
comercial que vivía la ciudad tras la construcción del ferrocarril a la capital
de la isla. Allí, a la orilla del Caribe, los jóvenes Isidro y Concepción se
casaron y tuvieron a sus dos primeros hijos. Isidro sería el segundo de siete
hermanos.
Isidro Álvarez Martínez vio la luz en un país en
formación. En 1900, Cuba no era ya una posesión española, pero tampoco un
estado independiente. Formalmente era una colonia de Estados Unidos, que se la había
arrebatado a España tras una corta guerra en 1898. Cuba sólo obtendrá su
independencia en 1902. Por entonces, Isidro ya no estaba en la isla, pues la
familia había partido para España un año antes, cuando el pequeño tenía nueve
meses. Probablemente, para las autoridades de La Habana, Isidro mantuvo su
derecho a la nacionalidad cubana pese a residir en España y ser a todos los
efectos español. Este baile de nacionalidades bien pudo salvar la vida a Isidro
Álvarez cuando muchos años más tarde acabase en un campo de concentración nazi.
Aunque, como veremos, tal vez fue precisamente ese el motivo por el que fue
deportado…
Los Álvarez Martínez se cuentan entre aquellos miles
de indianos que, con sus fortunas y sus costumbres modernas traídas de América,
dinamizaron la economía y la vida social de Asturias de comienzos del siglo XX.
La familia se instaló en Gijón y abrió una sastrería en la calle Jovellanos, entre
el Parchís y los Jardines del Náutico. En esta zona burguesa de la ciudad, el
pequeño Isidro Álvarez debió compartir escuela y amistades con hijos de la
buena sociedad gijonesa. A los dieciocho años, seguramente con el bachillerato
concluido, Isidro se trasladó a Madrid para preparar las oposiciones al cuerpo
de Correos. Coronada con éxito la empresa, comenzó a trabajar como funcionario
en 1920. Un lustro más tarde, en noviembre de 1925, se casó con Justina Castro
Gacio en la iglesia de San José en Gijón. La prensa local daba noticia del
glamuroso enlace entre la “elegante y virtuosa señorita” y el “joven oficial
del Cuerpo de Correos” en el que habían sido padrinos el hermano de ella, el
consignatario de buques José Castro Gacio y su esposa, Eloína Arias.
Tras la
boda, la pareja partió para una larga luna de miel que acabaría en San Miguel,
Tenerife, donde Isidro había sido destinado. Allí nació en septiembre de 1926
Dulce María de la Concepción, la primera de los cuatro hijos que tendría el
matrimonio. Un año más tarde, la familia dejó Las Canarias para regresar a Gijón,
donde nacerán en los años siguientes Justina y Carmina. Eran tiempos marcados
por convulsiones políticas que quizás también hicieron algún rasguño a las
relaciones familiares. Así, mientras Isidro era de tendencia progresista y
debió saludar la llegada de la República en 1931, su cuñado José se opuso
frontalmente al nuevo régimen, afiliándose ese mismo año al ultraconservador Acción
Popular de Gil Robles.
El siguiente
destino de Isidro Álvarez fue Viana do Bolo, concello de Ourense lindante con Sanabria.
Allí nació su único hijo varón, Manuel. Para sostener a la familia, Isidro sumó
a su trabajo de funcionario la de profesor de clases particulares. En el otoño de
1934 escribió una carta a Gijón que tendría consecuencias negativas para su
carrera años más tarde. Iba dirigida a la Logia Jovellanos, la más antigua y
prestigiosa de Asturias. La logia masónica había lanzado una revista, que se
distribuía también en Galicia, en la que trataba de contrarrestar las
acusaciones de la derecha de haber instigado la Revolución de octubre. Fue
posiblemente a raíz de su lectura que Isidro decidió iniciarse en la masonería.
Por esas mismas fechas, recibió respuesta positiva a su solicitud de traslado a
Guinea Ecuatorial. En la colonia española trabajaría dieciocho meses y tendría
luego opción a un destino permanente y bien remunerado en Asturias. Justina y
los niños le esperarían en Gijón, en la casa de los padres de ella sita en
Marqués de San Esteban, 22. Isidro se despidió de su familia a finales de 1934.
No la volvería a ver hasta doce años más tarde.
Isidro Álvarez se hizo cargo de la oficina de Correos
de Bata, la mayor ciudad de Guinea Ecuatorial. El territorio bajo dominio
español contaba por entonces con 160.000 habitantes, de los cuales solo 2.000
eran europeos. Al producirse el golpe militar el 18 de julio de 1936, el
gobernador se mantuvo fiel al gobierno de Madrid y no se produjeron incidentes
entre la escuálida colonia española. Con el paso de los días la agitación de
los sectores de derecha fue sin embargo en aumento y los demócratas se
organizaron. Especialmente activos fueron los funcionarios como Isidro Álvarez,
quien participó en un comité republicano y al parecer realizó colectas para el
Ejército. Con la llegada de un barco con tropas rebeldes en septiembre, la
situación se hizo desesperada en Guinea Ecuatorial para los defensores de la
legalidad. Tras hacerse con el control de la isla de Fernando Poo, los
franquistas pusieron rumbo al continente y tomaron Bata el 14 de octubre. Antes
que caer en sus manos, Isidro Álvarez y un grupo de compañeros prefirieron huir de la ciudad y pasaron a la vecina Camerún.
Desde la colonia francesa, nuestro protagonista fue en
barco hasta Marsella y desde allí pasó a España por Catalunya. En los dos años
siguientes continuó trabajando como funcionario de Correos en diversos destinos
del levante peninsular, y al parecer se mantuvo alejado de cualquier actividad
política. Entretanto, Justina y los niños tuvieron que abandonar Gijón al ser
bombardeado su edificio por el buque Cervera y se instalaron en Albandi, una
zona rural en la carretera hacia Avilés. El contacto entre Isidro y la familia
se mantuvo pese a todo, con largas cartas llenas de humor que en parte llenaban
el vacío del padre ausente. Como persona bien informada, sin duda Isidro tuvo
conocimiento de que en noviembre de 1937 el gobierno de Burgos decretó su
suspensión del servicio. Consciente de que la victoria de los rebeldes traería
no solo el fin de su carrera sino también la apertura de un proceso que le
podría llevar a la cárcel, Isidro Álvarez abandonó Barcelona el 23 de enero de
1939 y puso rumbo al exilio.
Como centenares de miles de compatriotas derrotados de
la guerra civil, Isidro Álvarez pasó por diversos campos de refugiados en el
sur de Francia. En agosto de 1939 estaba en el de Bram, cerca de Carcasona, del
que pudo salir al encontrar empleo en una empresa de construcción en el norte.
En los primeros meses de 1940 al parecer dejó voluntariamente este trabajo y se
instaló en París. Alquiló una habitación en la rue de Constantinople, 26, donde
residía una familia de Astorga que le ayudó cuanto pudo. Allí estuvo al menos
hasta la llegada de las tropas alemanas A partir de entonces, perdemos la pista
de Isidro. Sabemos apenas que se quedó en París, pero no dónde residía ni a qué
se dedicaba.
Por causas que de momento desconocemos, a finales de
1942 Isidro Álvarez Martínez fue detenido por los ocupantes alemanes e
internado en el campo de tránsito de Compiègne. Desde allí fue deportado el 24
de enero de 1943 a Sachsenhausen en el primer gran transporte desde Francia a
este campo de concentración situado al norte de Berlin. En el convoy iban más
de cincuenta republicanos españoles, en su inmensa mayoría resistentes. A ellos
se les sumarían en el año siguiente otros 150 compatriotas, entre ellos
Francisco Largo Caballero, quien llegó al campo en el verano de 1943. Isidro
Álvarez (prisionero nº 59282) no llegaría a coincidir con el antiguo jefe de
gobierno español. En mayo de 1943, fue llevado a una prisión de la capital
alemana y desde allí enviado a la cárcel de Laufen, a orillas de Danubio.
En aquel presidio de Baviera cercano a Salzburgo
habían sido internados numerosos ciudadanos norteamericanos que se encontraban
en Alemania en el momento de la declaración de guerra de EEUU al Reich días
después del ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de 1941. Es probable que
también Isidro acabara en Laufen por ser ciudadano de Cuba, país que había
declarado la guerra a Alemania pocos días después de hacerlo EEUU. Tras más de año
y medio de cautiverio Isidro y sus improbables compañeros de prisión se
beneficiaron de un intercambio de prisioneros auspiciado por las Naciones
Unidas. Como hombres libres, en febrero de 1945 llegaron al campo de refugiados
de Philippeville, Argelia.
Con el fin de la segunda guerra mundial, Isidro
Álvarez inició un periplo por diversos campos de refugiados: Cartago, Túnez,
Nápoles, Aversa, Bari y Cine Città, en la periferia de Roma. En la capital
italiana, Isidro posiblemente acudió al consulado español para regularizar su
situación y solicitar su repatriación. Esto debió de servir a la administración
franquista para desempolvar su expediente como desafecto al “Glorioso
Alzamiento”. Se abrió así un proceso en el Tribunal Especial para la Represión
de la Masonería y el Comunismo, en el que la principal prueba documental en su
contra era una simple comunicación de 1936 de la
Logia Jovellanos de Gijón con la Logia Constancia de Ourense interesándose por
los antecedentes de aquel funcionario de Correos que había manifestado su
voluntad de entrar en la masonería. El tribunal dictó sentencia absolutoria,
dejando así vía libre para su retorno a España.
A comienzos de 1947, Isidro fue repatriado desde Génova
a Barcelona y desde allí viajó a Madrid y a Asturias para reunirse con la
familia tras más de doce años de separación forzosa. Justina vivía ahora con
los niños en Salinas, donde ella y su hija mayor habían encontrado trabajo en
la Telefónica. Tal vez con ayuda de su hermana Hersilia,o de su cuñado José,
que había prosperado como consignatario de buques y era ahora además cónsul
honorario de Holanda en Gijón, Isidro entró a trabajar en la administración de Astilleros
Cantábrico y Riera. Los fines de semana los pasaba en Salinas con su familia. Por
fin, en 1958, su familia regresa a Gijón y se instala en un humilde piso de su
empresa en el barrio de La Calzada.
Poco después de volver a España, Isidro había
solicitado su reintegración en el cuerpo de funcionarios del estado. El Fiscal
especial de Correos que se ocupó del caso recopiló declaraciones de funcionarios,
alcaldes y párrocos de diversas regiones en las que Isidro había servido entre
1920 y 1939, así como de la administración colonial en Guinea Ecuatorial. Todos
los inquiridos coincidían en que era un hombre moderado, reservado y recto.
Todos menos los que informaron desde Guinea Ecuatorial, quienes cargaron las
tintas contra aquel administrador de Correos de Bata que se habría destacado en
el microcosmos de españoles de la colonia como opuesto en acto y palabra al
“Glorioso Alzamiento”. Sirvieron estas vagas acusaciones para que el juez
sentenciara contra el regreso de Isidro Álvarez a la Administración.
Mediada la década de los sesenta, Isidro Álvarez presentó
una solicitud de indemnización a Alemania como perseguido político del régimen
nazi, que probablemente no obtuvo. A comienzos
de 1970, Isidro reclamó una vez más su reintegración en el cuerpo de Correos. A
punto de cumplir los setenta años, era la última oportunidad que le quedaba de
volver a formar parte de la Administración y obtener así una pensión por los
veinte años de servicio. En esta ocasión no hubo ningún informe negativo. Isidro
volvió a ser funcionario del estado por unos meses. Fue este tal vez el último
giro feliz de la peripecia vital del único deportado astur-cubano del que
tenemos noticia.
Biografía escrita por Antonio Muñoz Sánchez
Investigación Grupo Deportados Asturias
Fuentes:
Familia de Isidro Álvarez
Arolsen Archives
Centro Documental de la Memoria Histórica
Prensa histórica
Excelente trabajo! Con Isidro Álvarez, el cartero batense, son 4 los guineos que pasaron por un campos de concentración nazi.
ResponderEliminarPero seguro que hay más...
Con esta información recopilada hace falta una relectura de nuestra vieja entrada:
https://calle19septiembre.blogspot.com/2019/11/el-caso-del-cartero-de-bata.html