Vivimos en un mundo conectado. Miles de personas hacen innumerables kilómetros en desplazamientos a través de aviones. La pandemia ha puesto sobre el tapete las reglas del juego de la globalización: alguien se contagia en alguna región, remota para nosotros, y el virus se propaga a la velocidad de la luz, alcanzando lugares tan alejados de su epicentro original como, por ejemplo, Turón.
El fascismo fue también un virus que viajó a toda velocidad. Los occidentales nos creemos el ombligo del mundo, pero antes de que estallase la guerra en España los japoneses habían invadido China. Nos olvidamos también de que la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial fue en Mongolia, cuando los soviéticos vencieron al imperialismo nipón en las estepas de la nación nómada.
Italia, Alemania, España…La enfermedad devoraba hasta los huesos a las democracias y de justicia es reconocer a los que las defendieron.
De la estepa mongola a Linares, un pequeño pueblo turonés donde nació Manuel Fernández Fernández en 1916, un año antes de la huelga general revolucionara que tuvo a Mieres como uno de los focos principales de la protesta. Una protesta que se saldó con miles de detenidos, más de setenta muertos y cientos de heridos entre los huelguistas. Y es que al movimiento obrero no solo lo combate el fascismo.
Manuel Fernández Fernández era hijo de Vicente y Celestina: él de Turón y ella de Ciaño. Hizo el servicio militar como voluntario y le cogió el inicio de la guerra en su destino, el Parque Central de Automóviles de Madrid. Esta unidad estaba dentro del Arma de Ingenieros, comprendía una Plana Mayor y 6 compañías, radicaba en Madrid.
Manuel falleció allí, el diecisiete de marzo de 1942.
Biografía de Carlos Barrio
Investigación Grupo Deportados Asturias.
Fuentes:
- Archivos de Caen
- Banco de la memoria de la Generalitat de Cataluña
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